EVANGELIO DEL DÍA:
Jn 12,44-50: Yo he venido al mundo como luz.
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
– «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy el Señor nos presenta gritando, insiste que es muy importante y esencial lo que nos va a comunicar: “Yo he venido como luz al mundo”. Así comienza el evangelista Juan en el prólogo: la Luz vino a los suyos y prefirieron las tinieblas a la Luz”. San Ambrosio nos resalta esta misión de la iglesia con la imagen de la luna: “La Iglesia es verdaderamente como la luna: […] no brilla con luz propia, sino con la luz de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí”. Necesitamos de esta luz que viene de lo alto para responder con coherencia a la vocación que hemos recibido […] dejarse iluminar por Dios y reflejar su luz.
La llamada a la misión es para todos, la gran misión de mostrar a quien es la luz y viene a iluminar nuestras vidas, tenemos la gran responsabilidad de mostrar al Señor y que puedan conocerlo, lo amen y se salven. Y nuestra actitud, debe asemejarse a la del Maestro, que no ha venido a condenar sino a salvar, con lo cual , nada humano nos debe ser ajeno , estamos llamados a buscar al que no lo conoce y mostrarle el rostro misericordioso de Dios que lo ama, aunque no lo sepa y crea que por sus muchos pecados no lo puede amar, nada ni nadie esta perdido para el amor que Dios nos tiene. En Jesús se nos revela el rostro amoroso y misericordioso de Dios. No se nos presenta juzgando sino tratando de salvar lo que parece perdido, no condenando a nadie sino luchando contra el pecado.
Que el Señor nos permita ser fieles a Él y a su mensaje, que nos ayude a ser instrumentos suyos, que nos conceda un celo grande para anunciarlo a los demás.
Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.