EVANGELIO DEL DÍA: Jn 3, 16-18: Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

hijo de Dios

EVANGELIO DEL DÍA:
Jn 3,16-18: Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

Celebramos la solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad: Tres personas en una sola naturaleza, iguales en dignidad, un solo Dios, un solo Señor…, no es un enigma, no es un jeroglifico, crucigrama o rompecabezas, no es una verdad especulativa, no es un misterio inescrutable, más bien uno se encuentra ante la grandiosidad de Dios y la limitación humana para abarcar tanto amor. El místico carmelita San Juan de la Cruz dice que “el mirar de Dios es amar”. Eso significa que Dios siempre mira al mundo y a cada ser humano desde el amor eterno que hay en la Tres Personas Divinas. Dios siempre nos contempla con una mirada compasiva y misericordiosa, benévola y llena de ternura. Aprendamos a ejercer nuestra mirada al otro de la misma forma que somos mirados por quien tanto nos ama.

Recurro a las palabras del Papa Francisco para acercarnos a la festividad de hoy, tomadas del Ángelus del 26 de mayo de 2013:

“Hoy es el domingo de la Santísima Trinidad. La luz del tiempo pascual y de Pentecostés renueva cada año en nosotros la alegría y el estupor de la fe: reconocemos que Dios no es una cosa vaga, nuestro Dios no es un Dios «spray», es concreto, no es un abstracto, sino que tiene un nombre: «Dios es amor». No es un amor sentimental, emotivo, sino el amor del Padre que está en el origen de cada vida, el amor del Hijo que muere en la cruz y resucita, el amor del Espíritu que renueva al hombre y el mundo. Pensar en que Dios es amor nos hace mucho bien,
porque nos enseña a amar, a darnos a los demás como Jesús se dio a nosotros, y camina con nosotros. Jesús camina con nosotros en el camino de la vida.

La Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos; es el rostro con el que Dios mismo se ha revelado, no desde lo alto de una cátedra, sino caminando con la humanidad. Es justamente Jesús quien nos ha revelado al Padre y quien nos ha prometido el Espíritu Santo. Dios ha caminado con su pueblo en la historia del pueblo de Israel y Jesús ha caminado siempre con nosotros y nos ha prometido el Espíritu Santo que es fuego, que nos enseña todo lo que no sabemos, que dentro de nosotros nos guía, nos da buenas ideas y buenas inspiraciones.

Hoy alabamos a Dios no por un particular misterio, sino por Él mismo, «por su inmensa gloria», como dice el himno litúrgico. Le alabamos y le damos gracias porque es Amor, y porque nos llama a entrar en el abrazo de su comunión, que es la vida eterna. Confiemos nuestra alabanza a las manos de la Virgen María. Ella, la más humilde entre las criaturas, gracias a Cristo ya ha llegado a la meta de la peregrinación terrena: está ya en la gloria de la Trinidad. Por esto María nuestra Madre, la Virgen, resplandece para nosotros como signo de esperanza segura. Es la Madre de la esperanza; en nuestro camino, en nuestra vía, Ella es la Madre de la esperanza. Es la madre que también nos consuela, la Madre de la consolación y la Madre que nos acompaña en el camino. Ahora recemos a la Virgen todos juntos, a nuestra Madre que nos acompaña en el camino.”

En el Domingo de la Trinidad celebramos la Jornada Pro Orantibus, para rezar por quienes se dedican a la vida íntegramente contemplativa y que tanto rezan por la iglesia y por el mundo. Una mirada especial a los que han consagrado su vida a la contemplación, a la oración y que tanto bien nos hacen. El lema para la jornada de este año es: “Con María en el corazón de la Iglesia”. Estamos llamados a ser morada de la Santísima Trinidad. En todo estamos llamados a ver las huellas y ser glorificadores del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. María, mantuvo una relación intima, personal, con cada una de las tres personas: es hija de Dios Padre, es madre de Dios Hijo y esposa del Dios Espíritu Santo.

Feliz domingo, feliz día del Señor, que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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