EVANGELIO DEL DÍA Jn 3,14-21: Tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

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EVANGELIO DEL DÍA
Jn 3,14-21: Tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Dijo Jesús a Nicodemo: Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

PISTAS DE MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy se nos revela el amor del Padre, nos encontramos en el domingo de la alegría, alegría por la proximidad a la Pascua, Dios nos ama y es rico en misericordia nos resaltara la liturgia de la Palabra de este domingo. Comentando este pasaje evangélico el Papa Francisco en el ángelus del 11 de marzo de 2018: “En este cuarto domingo de Cuaresma, llamado domingo «laetare», es decir, «regocíjate», porque es la antífona de entrada de la liturgia eucarística que invita a la alegría: «Alégrate, Jerusalén […]. – por tanto, es una llamada a la alegría – Alégrate y regocíjate, tú que estabas triste ”. Así comienza la Misa. ¿Cuál es el motivo de esta alegría? La razón es el gran amor de Dios por la humanidad, como nos muestra el Evangelio de hoy: «De tal manera amó Dios al mundo que dio al Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no se pierda, mas tenga la vida eterna». Estas palabras, pronunciadas por Jesús durante la conversación con Nicodemo, resumen un tema que está en el centro del anuncio cristiano: incluso cuando la situación parece desesperada, Dios interviene ofreciendo salvación y alegría a la humanidad. En efecto, Dios no se hace a un lado, sino que entra en la historia de la humanidad, se «entromete» en nuestra vida, entra para animarla con su gracia y salvarla.

Estamos llamados a escuchar este anuncio, […] Dios está con nosotros y por eso me «regocijo», nosotros «nos regocijamos» hoy: «Alégrate, Jerusalén», dice, porque Dios está con nosotros.

Y tenemos la verdadera y gran esperanza en Dios Padre rico en misericordia, que nos dio a su Hijo para salvarnos, y este es nuestro gozo. También tenemos muchas tristezas, pero, cuando somos verdaderos cristianos, existe esa esperanza que es un poco de alegría que crece y te da seguridad. No debemos desanimarnos cuando vemos nuestras limitaciones, nuestros pecados, nuestras debilidades: Dios está cerca, Jesús está en la cruz para sanarnos. Este es el amor de Dios, mirar el Crucifijo y decir dentro de nosotros: «Dios me ama». Es cierto, existen estos límites, estas debilidades, estos pecados, pero Él es más grande que las limitaciones y las debilidades y los pecados. No olvides esto: Dios es más grande que nuestras debilidades, nuestras infidelidades, nuestros pecados. Y tomemos al Señor de la mano, miremos el Crucifijo y sigamos adelante.

Que María, Madre de misericordia, ponga en nuestro corazón la certeza de que somos amados por Dios, que esté cerca de nosotros en los momentos en los que nos sentimos solos, cuando nos sentimos tentados a entregarnos a las dificultades de la vida. Comuniquemos los sentimientos de tu Hijo Jesús, para que nuestro camino cuaresmal se convierta en una experiencia de perdón, acogida y caridad.”

¡No hay mayor dicha en este mundo que corresponder al amor de Dios!. En palabras del Papa Emérito: “Todos necesitamos acudir a la fuente inagotable del amor divino, que se nos manifiesta totalmente en el misterio de la cruz, para encontrar la auténtica paz con Dios, con nosotros mismos y con el prójimo. Sólo de esta fuente espiritual es posible sacar la energía interior indispensable para vencer el mal y el pecado en la lucha sin tregua que marca nuestra peregrinación terrena hacia la patria celestial” (Benedicto XVI, 16 de marzo de 2007).
El único “signo” que nos salva es el Señor elevado en la Cruz: Jesús muerto y resucitado. En él podemos comprender la verdad de la vida y obtener la salvación.

Feliz domingo, feliz día del Señor. Que tengas un buen día.

Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

Jesús Aguilar Mondéjar
Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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