EVANGELIO DEL DÍA Jn 6, 41-51: El que cree tiene vida eterna.

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EVANGELIO DEL DÍA
Jn 6, 41-51: El que cree tiene vida eterna.

Los judíos murmuraban de él porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?». Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

El Evangelio de hoy es continuidad de la multiplicación de los panes, conocido por el “Sermón Eucarístico”, se nos presenta el Señor con la formula de revelación “Yo soy” -como Yahvé en el Antiguo Testamento- Se autodefine como el pan que da la vida eterna al que lo come. Comer el pan eucarístico es una llamada a vivir lo que significa ese sacramento: es un alimento que nos transforma, nos hace tener hambre de Dios, sed de escuchar su Palabra que es gozo y alegría del corazón, anticipación de la gloria celestial, alimento de inmortalidad. Estamos hechos para Dios y solo Él sacia plenamente la sed que habita en el corazón humano.

Una vez más, recurro a los comentarios de los sucesores de S. Pedro, en el caso de hoy, al Papa Emérito, Benedicto XVI, en el ángelus del 12 de agosto de 2012: “Jesús quiere ayudarles a comprender el significado profundo del prodigio que ha realizado: al saciar de modo milagroso su hambre física… ahora Jesús habla de sí mismo como el verdadero pan bajado del cielo, capaz de mantener en vida no por un momento o por un tramo de camino, sino para siempre Él es el alimento que da la vida eterna, porque es el Hijo Unigénito de Dios, que está en el seno del Padre y vino para dar al hombre la vida en plenitud, para introducir al hombre en la vida misma de Dios”.

El Papa Francisco ha dedicado varias Audiencias Generales de los miércoles con catequesis para hacernos crecer en el conocimiento del gran don que Dios nos ha donado en la Eucaristía, pondré algunos entresacados de sus catequesis, invito a acudir a ellas y profundizar con su lectura. “Cuando tú vas a Misa, ¡ahí está el Señor! Y tú estás distraído. ¡Es el Señor! Debemos pensar en esto” (8 noviembre 2017). “Vamos al encuentro con el Señor y el silencio nos prepara y nos acompaña. Permaneced en silencio junto a Jesús. Y del misterioso silencio de Dios brota su Palabra que resuena en nuestro corazón”(15 noviembre 2017). “La Eucaristía nos lleva siempre al vértice de las acciones de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido para nosotros, vierte sobre vosotros toda la misericordia y su amor, como hizo en la cruz, para renovar nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos”(22 noviembre 2017). Vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor, para dejarnos encontrar por Él, escuchar su Palabra, alimentarnos en su mesa y así convertirnos en Iglesia, es decir, en su Cuerpo místico viviente en el mundo…¡Es la Misa, por lo tanto, lo que hace el domingo cristiano! El domingo cristiano gira en torno a la Misa. ¿Que domingo es, para un cristiano, en el que falta el encuentro con el Señor?”(13 diciembre 2017) “No vamos a misa para dar algo a Dios, sino para recibir de Él aquello de lo que realmente tenemos necesidad” (13 diciembre 2017).

También contamos con el comentario al pasaje evangélico de hoy en el ángelus del 5 de agosto de 2018: “De hecho, ¡la multiplicación de los panes y de los peces es un signo del gran don que el Padre ha hecho a la humanidad y que es Jesús mismo!

Él, verdadero «pan de la vida», quiere saciar no solamente los cuerpos sino también las almas, dando el alimento espiritual que puede satisfacer el hambre profunda. Por esto invita a la multitud a procurarse no la comida que no dura, sino esa que permanece para la vida eterna. Se trata de un alimento que Jesús nos dona cada día: su Palabra, su Cuerpo, su Sangre.

La multitud escucha la invitación del Señor, pero no comprende el sentido —como nos sucede muchas veces también a nosotros— y le preguntan: «¿qué hemos de hacer para llevar a cabo las obras de Dios?».

Los que escuchan a Jesús piensan que Él les pide cumplir los preceptos para obtener otros milagros como ese de la multiplicación de los panes. Es una tentación común, esta, de reducir la religión solo a la práctica de las leyes, proyectando sobre nuestra relación con Dios la imagen de la relación entre los siervos y su amo: los siervos deben cumplir las tareas que el amo les ha asignado, para tener su benevolencia. Esto lo sabemos todos.

Por eso la multitud quiere saber de Jesús qué acciones debe hacer para contentar a Dios. Pero Jesús da una respuesta inesperada: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado». Estas palabras están dirigidas, hoy, también a nosotros: la obra de Dios no consisten tanto en el «hacer» cosas, sino en el «creer» en Aquel que Él ha mandado. Esto significa que la fe en Jesús nos permite cumplir las obras de Dios. Si nos dejamos implicar en esta relación de amor y de confianza con Jesús, seremos capaces de realizar buenas obras que perfumen a Evangelio, por el bien y las necesidades de los hermanos.

El Señor nos invita a no olvidar que, si es necesario preocuparse por el pan, todavía más importante es cultivar la relación con Él, reforzar nuestra fe en Él que es el «pan de la vida», venido para saciar nuestra hambre de verdad, nuestra hambre de justicia, nuestra hambre de amor.”

Es domingo, día del Señor, día consagrado a nuestro Dios. Día de alabanza y de bendición. Día donde nos alimentamos de Él.

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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