EVANGELIO DEL DÍA Lc 11,1-4: Cuando oréis, decid: “Padre,…”

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EVANGELIO DEL DÍA
Lc 11,1-4: Cuando oréis, decid: “Padre,…”

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo: «Cuando oréis, decid:
“Padre,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
danos cada día nuestro pan cotidiano,
perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe,
y no nos dejes caer en tentación”»

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En este segundo día de las temperas de acción de gracias, petición y perdón, nos regala la liturgia la oración más grande que tenemos de petición, no es una oración más, es la oración que nos enseñó y dejó el mismísimo Jesucristo. No es una más, es la oración de los cristianos.

En el Evangelio de hoy nos aparece el Señor orando, era algo cotidiano, son muchas las veces en las que nos aparece que se retiraba a orar o que pasaba la noche en oración, es algo normal en la vida de Ntro. Señor. Oraba con frecuencia, solo, en la montaña, apartado de la muchedumbre, inclusive cuando todos lo buscaban. Oraba antes de momentos importantes como la elección de los Doce y oró antes de enseñar el Padrenuestro a sus discípulos.

Y al contemplar la importancia que Él daba a la oración, es lo que les hace a los discípulos pedirle que les enseñe a orar, es su vida la que contagia y crea la necesidad, la actitud del Señor les hacía entender la importancia del momento, y lo respetaban, pues se esperaron a que terminara para pedir que les enseñe a orar.

El Papa Benedicto XVI, en el Ángelus del 25 de julio de 2010 nos comenta este pasaje evangélico: “Uno de ellos le dijo: «Señor, enséñanos a orar». Jesús no puso objeciones, ni habló de fórmulas extrañas o esotéricas, sino que, con mucha sencillez, dijo: «Cuando oréis, decid: “Padre…”», y enseñó el Padre Nuestro, sacándolo de su propia oración, con la que se dirigía a Dios, su Padre. […] Esta oración recoge y expresa también las necesidades humanas materiales y espirituales: «Danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados». Y precisamente a causa de las necesidades y de las dificultades de cada día, Jesús exhorta con fuerza: «Yo os digo: pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá». No se trata de pedir para satisfacer los propios deseos, sino más bien para mantener despierta la amistad con Dios, quien —sigue diciendo el Evangelio— «dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan».”

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

Jesús Aguilar Mondéjar
Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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