EVANGELIO DEL DÍA:
Lc 19, 41-44: ¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz!
Al acercarse y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía: «¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy, contemplamos al Señor llorando, viendo la resistencia de aquella gente a aceptar su salvación: “¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz!”. Ve la frialdad de un pueblo endurecido que no reconoce la visita de Dios en la persona y palabra de su propio Hijo. Jerusalén significa “ciudad de paz” y el Señor llora porque entre las consecuencias de no acoger al Hijo de Dios se encuentra el que no conocerán la paz. Un Dios enamorado de ti y quiere que seas feliz. Y llora por la humanidad que no comprende, la paz que nos ofrece, la paz de su amor.
¡Si comprendiéramos en este día lo que nos conduce a la paz! Aceptar a Cristo por la fe y seguirlo fielmente es entrar en el camino que nos lleva a la plenitud, a la vida y al amor; rechazarlo es perjudicarnos a nosotros mismos, nos alejamos de la dicha, encontramos dificultad para el sentido de la existencia, nos incapacitamos para amar y sufrimos todo un camino de odio, miedo, violencia… toda una ruina. “La piedra que desecharon los arquitectos se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar, pues bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre; otra persona, que pueda salvarnos.”
El Papa Francisco en la Misa de Santa Marta del 30 de marzo de 2017 aborda este pasaje evangélico: “nos hará bien pensar al Señor decepcionado: “recordamos cuándo Jesús ve Jerusalén y llora por ella: Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces he querido recoger a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas; y vosotros no habéis querido”». Pero estas palabras, insistió el Papa, el Señor las «dice a mí, a ti, a ti, a ti, a ti, a todos nosotros». Es necesario preguntarse entonces: «¿Dios llora por mí? ¿Me he alejado del Señor?».[…] «pensemos hoy en esta decepción de Dios, que nos ha hecho por el amor», mientras «nosotros vamos a buscar amor, bienestar, diversión en otras partes y no en su amor: nos alejamos de este Dios que nos ha levantado».
Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.