EVANGELIO DEL DÍA:
Lc 19,45-48: Mi casa será casa de oración.
Después entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”». Todos los días enseñaba en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos encontramos con la purificación del templo, el Señor no viene para destruir, viene con el don de la curación, quiere sanar y para ello denuncia los abusos cometidos: “cueva de bandidos”; sanar no resulta cómodo, a veces, trae consigo incomprensión, “buscaban acabar con él”; con este gesto el Señor nos muestra su deseo por las cosas de su Padre, ese celo debería devorarnos a todos los creyentes, ese celo de buscar agradar y buscar lo que es grato a Dios, el celo por dar a conocer al Señor, que el Señor sea amado, que busquemos agradar a Dios, que nos preocupe realizar su voluntad. El culto debe ser toda nuestra vida, vivida en fidelidad a la voluntad de Dios. El Señor es nuestro modelo. Y como decimos al concluir la plegaria eucarística: Por Cristo, con Él y en Él, todo para mayor gloria suya. Así debemos desear que sea toda nuestra vida por Cristo y para Cristo.
Os propongo para la meditación las palabras del Papa Francisco sobre este pasaje evangélico dichas en el ángelus del 8 de marzo de 2015: “El Evangelio de hoy nos presenta el episodio de la expulsión de los vendedores del templo. […] Aparece claramente como un gesto profético, […] este gesto de Jesús y su mensaje profético se comprenden plenamente a la luz de su Pascua. […] cada uno de nosotros puede preguntarse—, ¿se siente el Señor verdaderamente como en su casa en mi vida? ¿Le permitimos que haga «limpieza» en nuestro corazón y expulse a los ídolos, es decir, las actitudes de codicia, celos, mundanidad, envidia, odio, la costumbre de murmurar y «despellejar» a los demás? ¿Le permito que haga limpieza de todos los comportamientos contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos? Cada uno puede responder a sí mismo, en silencio, en su corazón.”
Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.