EVANGELIO DEL DÍA Lc 2, 41-52: Todos los que le oían quedaban asombrados.

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EVANGELIO DEL DÍA
Lc 2, 41-52: Todos los que le oían quedaban asombrados.

Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

El domingo después de la natividad del Señor celebramos la solemnidad de la Sagrada Familia, nuestra mirada se dirige a la Familia de Nazaret: María, José y el Niño.

El Papa Francisco nos comenta el pasaje evangélico de hoy en el ángelus del 30 diciembre de 2018: “Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y la liturgia nos invita a reflexionar sobre la experiencia de María, José y Jesús, unidos por un inmenso amor y animados por una gran confianza en Dios. El pasaje del Evangelio de hoy narra el viaje de la familia de Nazaret a Jerusalén, para la fiesta de Pascua. Pero, en el viaje de regreso, los padres se dan cuenta de que el hijo de doce años no está en la caravana. Después de tres días de búsqueda y temor, lo encuentran en el templo, sentado entre los doctores, concentrado discutiendo con ellos. Al ver al Hijo, María y José «quedaron sorprendidos» y la Madre expresó su temor diciendo: «Tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando».

El asombro, ellos «quedaron sorprendidos», y la angustia, «tu padre y yo, angustiados», son los dos elementos sobre los que me gustaría llamar tu atención: asombro y angustia.

En la familia de Nazaret, el asombro nunca cesó, ni siquiera en un momento dramático como la pérdida de Jesús: es la capacidad de sorprenderse por la manifestación gradual del Hijo de Dios. Es el mismo asombro que también afecta a los doctores del templo, admirados «por su inteligencia y sus respuestas». Pero, ¿qué es el asombro, qué es sorprenderse? Sorprenderse y maravillarse es lo contrario a dar todo por sentado, es lo contrario a interpretar la realidad que nos rodea y los acontecimientos de la historia solo de acuerdo con nuestros criterios. Y una persona que hace esto no sabe lo que es la maravilla, lo que es el asombro. Sorprenderse es abrirse a los demás, comprender las razones de los demás: esta actitud es importante para sanar las relaciones comprometidas entre las personas y también es indispensable para sanar heridas abiertas dentro de la familia. Cuando hay problemas en las familias, asumimos que tenemos razón y cerramos la puerta a los demás. En su lugar, uno debe pensar: «¿Qué tiene de bueno esta persona?» Y maravillarse con eso «bueno». Y esto ayuda a la unidad de la familia. Si tenéis problemas en la familia, pensad en las cosas buenas que tiene el familiar con el que tenéis problemas, y maravillaos con eso. Y esto ayudará a sanar las heridas familiares.

El segundo elemento que me gustaría comprender del Evangelio es la angustia que experimentaron María y José cuando no encontraban a Jesús. Esta angustia manifiesta la centralidad de Jesús en la Sagrada Familia. La Virgen y su esposo habían acogido a ese Hijo, lo custodiaron y lo vieron crecer en edad, sabiduría y gracia en medio de ellos, pero sobre todo creció en sus corazones; Y, poco a poco, su afecto y comprensión por él aumentaron. He aquí por lo que la familia de Nazaret es santa: porque estaba centrada en Jesús, todas las atenciones y cuidados de María y José estaban dirigidas a él.

La angustia que sintieron en los tres días de la pérdida de Jesús también debe ser nuestra angustia cuando estamos lejos de Él, cuando estamos lejos de Jesús. Debemos sentir angustia cuando nos olvidamos de Jesús durante más de tres días, sin rezar, sin leer el Evangelio, sin sentir la necesidad de su presencia y su amistad consoladora. Y muchas veces pasan los días sin que yo recuerde a Jesús. Pero esto es malo, esto es muy malo. Debemos sentir angustia cuando suceden estas cosas. María y José lo buscaron y lo encontraron en el templo mientras enseñaba: nosotros también, es sobre todo en la casa de Dios donde podemos encontrarnos con el divino Maestro y acoger su mensaje de salvación. En la celebración eucarística hacemos una experiencia viva de Cristo; Él nos habla, nos ofrece su Palabra, nos ilumina, ilumina nuestro viaje, nos da su Cuerpo en la Eucaristía, del cual obtenemos fuerzas para enfrentar las dificultades de cada día.”

La familia es ciertamente una gracia de Dios, que deja traslucir lo que Él mismo es: Amor. Y ha querido hacer así de la familia un lugar particular del amor, la propia liturgia de hoy, en la segunda lectura de los Colosenses, se nos presentan todos unos puntos que nos podrían servir para evaluarnos de vez en cuando, ver como vivimos la llamada a la santidad en la familia ¿que tal llevamos estas indicaciones paulinas?, S. Pablo invita a ponernos el uniforme de:
Misericordia,
Bondad,
Humildad.
Dulzura, amabilidad.
Comprensión,
Colocando a Cristo en el centro, que la Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.
Perdonando , construyendo paz,
Por encima de todo, el amor.
Sed agradecidos,
Orantes: dadle gracias de corazón, con salmos , himnos
Todo lo que realices, sea todo en nombre de Jesús.

Recuerda que Dios quiso nacer y crecer en una familia humana. De este modo, la consagró como camino primero y ordinario de su encuentro con la humanidad. Encomienda tu familia a la familia de Nazaret, aprende en su escuela de amor, da muchas gracias por formar parte de tu familia, agradece al Señor a los padres que te ha regalado, reza por ellos, encomienda a tus hijos, son un don de Dios, recuerda que se te han sido confiados pero que no te pertenecen, ten presente que la familia es una gracia de Dios, que deja traslucir lo que él mismo es: Amor. Orad juntos, para que no os falte la iluminación de la fe y la gracia en el camino hacia la santidad.

Es domingo, día del Señor.

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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