EVANGELIO DEL DÍA: Lc 3,10-18: La gente preguntaba a Juan: ¿Entonces, qué hacemos?

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EVANGELIO DEL DÍA:
Lc 3,10-18: La gente preguntaba a Juan: ¿Entonces, qué hacemos?

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
-¿Entonces, qué hacemos?
El contestó:
-El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.
Vinieron también a bautizarse unos publicanos; y le preguntaron:
-Maestro, ¿qué hacemos nosotros?
El les contestó:
-No exijáis más de lo establecido.
Unos militares le preguntaron:
-¿Qué hacemos nosotros?
El les contestó:
-No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga.
El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
-Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

Nos encontramos en el Domingo denominado de la alegría, Domingo Gaudete, Domingo de Gozo. Pero no se refiere a una alegría cualquiera, ni pasajera, la alegría que nos presenta, es aquella que nadie puede arrebatarnos y es la que se fundamenta en el Señor, saberse acogidos y amados por Dios, es la que viene de la cercanía de Dios, de su presencia en nuestra vida. Hoy en la liturgia resuena la invitación del apóstol san Pablo: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres… el Señor esta cerca”. Pablo nos indica las condiciones para ser “misioneros de la alegría”: La fuente de la verdadera alegría es la relación con Dios, por eso, importante nuestro trato con Él, rezar con perseverancia; el agradecimiento, reconocer los beneficios que nos viene de Dios, su amor misericordioso, su paciencia, su bondad, dar siempre gracias a Dios, por su ternura, por mostrarnos el amor del Padre, por su consuelo… -son tantas cosas-.

El Papa Francisco en el ángelus del 13 de diciembre de 2015 nos comenta este pasaje evangélico: “En el Evangelio de hoy hay una pregunta que se repite tres veces: «¿Qué cosa tenemos que hacer?». Se la dirigen a Juan el Bautista tres categorías de personas: primero, la multitud en general; segundo, los publicanos, es decir los cobradores de impuestos; y tercero, algunos soldados. Cada uno de estos grupos pregunta al profeta qué debe hacer para realizar la conversión que él está predicando. A la pregunta de la multitud Juan responde que compartan los bienes de primera necesidad. […] Después, al segundo grupo, al de los cobradores de los impuestos les dice que no exijan nada más que la suma debida. ¿Qué quiere decir esto? No pedir sobornos. Es claro el Bautista. Y al tercer grupo, a los soldados les pide no extorsionar a nadie y de contentarse con su salario. Son las respuestas a las tres preguntas de estos grupos. Tres respuestas para un idéntico camino de conversión que se manifiesta en compromisos concretos de justicia y de solidaridad. Es el camino que Jesús indica en toda su predicación: el camino del amor real en favor del prójimo.

[…] Dios no excluye a nadie de la posibilidad de salvarse. Él está —se puede decir— ansioso por usar misericordia, usarla hacia todos, acoger a cada uno en el tierno abrazo de la reconciliación y el perdón.

Esta pregunta —¿qué tenemos que hacer?— la sentimos también nuestra. La liturgia de hoy nos repite, con las palabras de Juan, que es preciso convertirse, es necesario cambiar dirección de marcha y tomar el camino de la justicia, la solidaridad, la sobriedad: son los valores imprescindibles de una existencia plenamente humana y auténticamente cristiana. ¡Convertíos! Es la síntesis del mensaje del Bautista. […] Quien se convierte y se acerca al Señor experimenta la alegría. El profeta Sofonías nos dice hoy: «Alégrate hija de Sión», dirigido a Jerusalén; y el apóstol Pablo exhorta así a los cristianos filipenses: «Alegraos siempre en el Señor». Hoy se necesita valentía para hablar de alegría, ¡se necesita sobre todo fe! El mundo se ve acosado por muchos problemas, el futuro gravado por incógnitas y temores. Y sin embargo el cristiano es una persona alegre, y su alegría no es algo superficial y efímero, sino profunda y estable, porque es un don del Señor que llena la vida. Nuestra alegría deriva de la certeza que «el Señor está cerca». Está cerca con su ternura, su misericordia, su perdón y su amor.”

Que tengas un buen día. Es domingo, el día del Señor.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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