EVANGELIO DEL DÍA: Lc 9,46-50: El más pequeño de vosotros es el más importante.

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EVANGELIO DEL DÍA:
Lc 9,46-50: El más pequeño de vosotros es el más importante.

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.
Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
-El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado.
El más pequeño de vosotros es el más importante.
Juan tomó la palabra y dijo:
-Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.
Jesús le respondió:
-No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy comienza con una discusión entre los discípulos, su preocupación sobre quién es el más importante. Y se nos resalta la pequeñez, la humildad. Ser humildes es vivir en la verdad de nuestro propio ser. Y el otro punto para nuestra reflexión es la indicación dada por el Señor: “no se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro”, todo una invitación a sumar, a unir esfuerzos con todos aquellos que luchen contra el maligno, combatan contra las fuerzas del mal, sumar con todos aquellos que batallen y trabajen por construir el bien. Es cuestión de sumar y no dividir, aprender a ver lo bueno y unirnos en las buenas causas, no etiquetar, ni discriminar pensando que no son de los nuestros, el Espíritu Santo, siempre une, no divide.

El Papa Francisco a los sacerdotes del colegio español de S. José en Roma, el 1 de abril de 2017, les pedía, les suplicaba: “Y, por favor -y esto como hermano, como padre, como amigo- por favor, huyan del carrerismo eclesiástico: es una peste. Huyan de eso”. (En dicho discurso, es una preciosidad, invita a: amar con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, ofreciendo la vida). El Señor contrarresta el espíritu mundano de las aspiraciones ofreciendo el camino de la pequeñez, de la humildad “el más pequeño de vosotros es el más importante”. “El estilo de Dios y del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde. Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades […] Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación. Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la “condición de siervo”. En efecto, “la humildad quiere decir servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, “despojándose”, como dice la Escritura. Esta es la humillación más grande. Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito…Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, también nosotros podemos vencer esta tentación, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida”. (P. Francisco, homilía Domingo de Ramos, 29 marzo 2015).

“Hacerse pequeños como niños.[…] para acoger el amor de Dios es necesaria esta pequeñez del corazón. […] La verdadera grandeza del hombre consiste en hacerse pequeño ante Dios. Porque a Dios no se le conoce con elevados pensamientos y muchos estudios, sino con la pequeñez de un corazón humilde y confiado. Para ser grande ante el Altísimo no es necesario acumular honores y prestigios, bienes y éxitos terrenales, sino vaciarse de sí mismo. El niño es precisamente aquel que no tiene nada que dar y todo que recibir. Es frágil, depende del papá y de la mamá. Quien se hace pequeño como un niño se hace pobre de sí mismo, pero rico de Dios. […] algunas palabras de santa Teresa del Niño Jesús, [… ]Ella nos señala su “pequeño camino” hacia Dios, “el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de su padre”, porque “Jesús no pide grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud”. […] La joven santa y Doctora de la Iglesia, por el contrario, era experta en la “ciencia del Amor”, y nos enseña que “la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar”; nos recuerda también que “la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón”. Pidamos hoy, todos juntos, la gracia de un corazón sencillo, que cree y vive en la fuerza bondadosa del amor, pidamos vivir con la serena y total confianza en la misericordia de Dios”. (P. Francisco, homilia 1 de octubre de 2016)

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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