EVANGELIO DEL DÍA: Lc 9,57-62: Tú vete a anunciar el reino de Dios.

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EVANGELIO DEL DÍA:
Lc 9,57-62: Tú vete a anunciar el reino de Dios.

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos le dijo uno:
-«Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió:
-«Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo:
-«Sígueme.»
Él respondió:
-«Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó:
-«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo:
-«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó:
-«El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy, nos encontramos con la invitación realizada por Ntro. Señor al seguimiento y aparecen las excusas, el buscar justificaciones, ellas revelan lo que arrastramos, nuestras comodidades, realidades que nos invita a renunciar, y nos resistimos, nos cuesta mucho trabajo fiarnos de Él y dejarnos sorprender por Dios, nos gusta llevar el timón de nuestra vida.

Presento para la profundización en el pasaje evangélico la meditación del Papa Emérito Benedicto XVI :« nos presenta a Jesús que, mientras va de camino a Jerusalén, se encuentra con algunos hombres, probablemente jóvenes, que prometen seguirlo dondequiera que vaya. Con ellos se muestra muy exigente, advirtiéndoles que «el Hijo del hombre es decir él, el Mesías no tiene donde reclinar su cabeza», es decir, no tiene una morada estable, y que quien elige trabajar con él en el campo de Dios ya no puede dar marcha atrás. A otro en cambio Cristo mismo le dice: “Sígueme”, pidiéndole un corte radical con los vínculos familiares. Estas exigencias pueden parecer demasiado duras, pero en realidad expresan la novedad y la prioridad absoluta del reino de Dios, que se hace presente en la Persona misma de Jesucristo. En última instancia, se trata de la radicalidad debida al Amor de Dios, al cual Jesús mismo es el primero en obedecer. Quien renuncia a todo, incluso a sí mismo, para seguir a Jesús, entra en una nueva dimensión de la libertad, que san Pablo define como “caminar según el Espíritu”. “Para ser libres nos liberto Cristo” escribe el Apóstol y explica que esta nueva forma de libertad que Cristo nos consigue consiste en estar “los unos al servicio de los otros”. Libertad y amor coinciden. Por el contrario, obedecer al propio egoísmo conduce a rivalidades y conflictos» Hasta aquí la meditación del Papa Benedicto XVI, en la Audiencia del 27 de junio de 2010.

En el Evangelio de hoy el Señor nos invita a todos a seguirle, pero de modo particular llama a algunos para que le sigan más de cerca. Demos gracias a Dios porque hoy sigue llamando a muchos obreros para trabajar en su viña. Recemos para que no deje de haber hombres y mujeres que entreguen libremente su existencia para predicar a Cristo y su Evangelio. En María tenemos el ejemplo a seguir. Ella, con su sí inmediato al anuncio del ángel, nos enseña a responder con prontitud al Señor y a mantener con perseverancia nuestro compromiso con la misión apostólica. Dios quiere nuestra humildad para poder llenarnos de Él. Donde hay soberbia y orgullo no cabe Dios. Donde hay humildad y pobreza de espíritu allí hay lugar para la gracia divina.

También hoy celebramos la memoria de San Francisco de Borja, Francisco de Borja nació en Gandía (Valencia), en 1510. Gran privado del emperador Carlos V y caballerizo de la emperatriz Isabel, vivió ejemplarmente en palacio. La vista del cadáver de la emperatriz lo impulsó a despreciar las vanidades de la corte, al contemplar el cadáver putrefacto de la emperatriz, le llevó a exclamar: “Nunca más, nunca más servir a señor que se me pueda morir”. Después de la muerte de su esposa, en 1546, que acabó de desligarlo del mundo, entró en la Compañía de Jesús. Se distinguió, sobre todo, por su profunda humildad. “Nada hay en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en el servicio a Dios”. En sus inicios en la Compañía de Jesús su oficio consistía en acarrear agua y leña, en encender la estufa y limpiar la cocina, fue ordenado sacerdote y al poco tiempo propuesto por Carlos V al cardenalato, al cual, renunció. En 1554 S. Ignacio le nombró comisario general de la Compañía en España, y dos años más tarde le confió el cuidado de las misiones, a las cuales dio gran impulso. En 1565, se convirtió en el tercer General de la Compañía de Jesús, cargo que ocupó hasta su muerte. Murió en Roma el 1 de octubre de 1572.

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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