EVANGELIO DEL DÍA: Lc 9,7-9: Tenía ganas de ver a Jesús.

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EVANGELIO DEL DÍA:
Lc 9,7-9: Tenía ganas de ver a Jesús.

El tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?». Y tenía ganas de verlo.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

Termina el Evangelio de hoy comunicándonos el deseo del virrey Herodes: tenía ganas de ver a Jesús. El Papa Benedicto XVI profundiza en la expresión ver a Jesús en el Regina Caeli del 22 de mayo de 2011: “El Nuevo Testamento puso fin a la invisibilidad del Padre. Dios mostró su rostro, como confirma la respuesta de Jesús al apóstol Felipe: «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre». El Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, […] nos dio a conocer el rostro de Dios, que es amor: Dios se puede ver, es visible en Cristo. Santa Teresa de Ávila escribe que no hay que «apartarse de industria de todo nuestro bien y remedio, que es la sacratísima humanidad de nuestro Señor Jesucristo». […] Se hace hombre, pero de tal modo que puede ser ignorado por sus contemporáneos, por las fuerzas de renombre en la historia. Padece y muere y, como Resucitado, quiere llegar a la humanidad solamente mediante la fe de los suyos, a los que se manifiesta. No cesa de llamar con suavidad a las puertas de nuestro corazón y, si le abrimos, nos hace lentamente capaces de “ver”». San Agustín afirma que «era necesario que Jesús dijese: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, porque una vez conocido el camino faltaba por conocer la meta», y la meta es el Padre. Para los cristianos, para cada uno de nosotros, por tanto, el camino al Padre es dejarse guiar por Jesús, por su palabra de Verdad, y acoger el don de su Vida. Hagamos nuestra la invitación de san Buenaventura: «Abre, por tanto, los ojos, tiende el oído espiritual, abre tus labios y dispón tu corazón, para que en todas las criaturas puedas ver, escuchar, alabar, amar, venerar, glorificar y honrar a tu Dios»”.

Entre los santos que se hace memoria hoy, nos encontramos con San Pio de Pietrelcina. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999. Y canonizado también por él, el 16 de junio del 2002.
Para nuestra meditación pongo algunas de sus frases que lo marcaron:
«Solo quiero ser un fraile que reza…”
“Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración…” “La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios.”
El Padre Pío nos enseñó a vivir un amor radical al corazón de Jesús y a su Iglesia. Su vida era oración, sacrificio y pobreza. Alcanzó una profunda unión con Dios. Famoso confesor. Algunos debían esperar dos semanas para lograr confesarse con él, porque el Señor les hacía ver por medio de este sencillo sacerdote la verdad del evangelio. Su vida se centraba en torno a la Eucaristía. Sus misas conmovían a los fieles por su profunda devoción. Poseía una ferviente devoción por la Virgen María. El Padre Pío es un poderoso intercesor. Los milagros se siguen multiplicando.

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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