EVANGELIO DEL DÍA: Lucas 1:26-38: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

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EVANGELIO DEL DÍA:
Lucas 1:26-38: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril,
porque no hay nada imposible para Dios.»
Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

Igual que en el año 2013 esta festividad coincide en domingo, domingo de Adviento, y que cosas, en segundo domingo, parece plenamente dichas para esta ocasión las palabras del ángelus del Papa Francisco, las del 8 de diciembre de 2013: “Este segundo domingo de Adviento cae en el día de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, y así nuestra mirada es atraída por la belleza de la Madre de Jesús, nuestra Madre. Con gran alegría la Iglesia la contempla «llena de gracia», y comenzando con estas palabras la saludamos todos juntos: «llena de gracia». […] Así, Dios la miró desde el primer instante en su designio de amor. La miró bella, llena de gracia. ¡Es hermosa nuestra madre! María nos sostiene en nuestro camino hacia la Navidad, porque nos enseña cómo vivir este tiempo de Adviento en espera del Señor. Porque este tiempo de Adviento es una espera del Señor, que nos visitará a todos en la fiesta, pero también a cada uno en nuestro corazón. ¡El Señor viene! ¡Esperémosle!”

En la festividad de la Inmaculada del año pasado, 2018, el Papa Francisco nos hacia toda una catequesis en el ángelus que os coloco casi íntegramente: “En la primera lectura está el hombre que en los orígenes dice no a Dios y en el Evangelio está María que en la Anunciación dice sí a Dios. En ambas lecturas es Dios quien busca al hombre. […] El heme aquí abre a Dios, mientras el pecado cierra, aísla, hace permanecer solos con uno mismo.

Heme aquí, es la palabra clave de la vida. Marca el pasaje de una vida horizontal, centrada en uno mismo y en las propias necesidades, a una vida vertical, elevada hacia Dios. Heme aquí, es estar disponible para el Señor, es la cura para el egoísmo, el antídoto de una vida insatisfecha, a la que siempre le falta algo. Heme aquí es el remedio contra el envejecimiento del pecado, es la terapia para permanecer jóvenes dentro. Heme aquí, es creer que Dios cuenta más que mi yo. Es elegir apostar por el Señor, dócil a sus sorpresas. Por eso decirle heme aquí es la mayor alabanza que podemos ofrecerle. ¿Por qué no empezar los días así? Sería bueno decir todas las mañanas: ‘Heme aquí, Señor, hágase hoy en mí tu voluntad. […] María añade: «Hágase en mí según tu palabra». No dice “Hágase según yo”, dice “Hágase según Tú”. No pone límites a Dios. No piensa: “me dedico un poco a Él, me doy prisa y luego hago lo que quiero”. No, María no ama al Señor cuando le apetece, a ratos. Vive fiándose de Dios en todo y para todo. Ese es el secreto de la vida. Todo lo puede quien se fía de Dios. El Señor, sin embargo, queridos hermanos y hermanas, sufre cuando le respondemos como Adán: “tengo miedo y me he escondido”. Dios es Padre, el más tierno de los padres, y desea la confianza de sus hijos. ¡Cuántas veces sospechamos de Él!, ¡sospechamos de Dios! Pensamos que puede enviarnos alguna prueba, privarnos de la libertad, abandonarnos. Pero esto es un gran engaño, es la tentación de los orígenes, la tentación del diablo: insinuar la desconfianza en Dios. María vence esta primera tentación con su heme aquí. Y hoy miramos la belleza de la Virgen, nacida y vivida sin pecado, siempre dócil y transparente a Dios.

Eso no significa que la vida fuera fácil para ella, no. Estar con Dios no resuelve mágicamente los problemas. Lo recuerda la conclusión del Evangelio de hoy: «Y el ángel se alejó de ella». Se alejó: es un verbo fuerte. El ángel deja sola a la Virgen en una situación difícil. Ella sabía en qué modo particular se convertiría en la Madre de Dios —se lo había dicho el ángel—, pero el ángel no se lo había explicado a los demás, sólo a ella. Y los problemas comenzaron inmediatamente: pensemos en la situación irregular según la ley, en el tormento de San José, en los planes de vida desbaratados, en lo que la gente habría dicho… Pero María pone su confianza en Dios ante los problemas. El ángel la deja, pero ella cree que con ella, en ella, ha permanecido Dios. Y se fía. Se fía de Dios. Está segura de que con el Señor, aunque de modo inesperado, todo irá bien. […] fiándose de Dios y confiándose cada día a Él: ¡heme aquí! ¡”Heme aquí” es la palabra. “Heme aquí” es la oración. Pidamos a la Inmaculada la gracia de vivir así.”

Que tengamos un buen camino de Adviento con la guía de la Virgen María.
Que pases un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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