EVANGELIO DEL DÍA: Mc 13,24-32: El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán

higuera

EVANGELIO DEL DÍA:
Mc 13,24-32: El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta genera­ción antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En palabras del Papa Emerito, Benedicto XVI, comentando este pasaje del Evangelio: “Hemos llegado a las últimas dos semanas del año litúrgico. Demos gracias al Señor porque nos ha concedido recorrer , una vez más, este camino de fe —antiguo y siempre nuevo— en la gran familia espiritual de la Iglesia. Es un don inestimable, que nos permite vivir en la historia el misterio de Cristo, acogiendo en los surcos de nuestra existencia personal y comunitaria la semilla de la Palabra de Dios, semilla de eternidad que transforma desde dentro este mundo y lo abre al reino de los cielos.” (Angelus, 15 noviembre 2009).

En el Evangelio de hoy, se nos recuerda nuestra limitación, aquí estamos de paso, nos habla del final de los tiempos, aunque el acento el pasaje no lo quiere poner aquí, puede ser un momento de gracia para que nos detengamos un poco, y ver que es lo esencial, lo importante, por lo que merece la pena vivir, desgastar la existencia. Quiere provocarnos una toma de conciencia, nos hace una llamada a la conversión y nos invita a acoger a Dios en nuestra vida, dejándonos transformar por Él, viviendo la esperanza a la que nos llama, con el lenguaje apocalíptico que utiliza, viene a señalarnos que se podrá bambolearse todo, pero no todo se tambalea, el Señor permanece, el Señor esta cerca, cielo y tierra pasaran pero sus palabras no, el Señor es fiel, cumple sus promesas. Habiendo vivido tan cercano a nosotros el zarpazo del terrorismo, este viernes, en Paris, la gran barbarie de los atentados, es bueno que caigamos en la cuenta que hermanos nuestros siguen sufriéndolos, aunque no sean noticia en los medios de comunicación porque no son del primer mundo, pero debemos poner en la misma balanza todos los atentados terroristas producidos en el lugar del mundo que se produzcan, aunque no sea en Europa, cualquier delito que sobre la vida de cualquier persona se realice -aunque no sea del primer mundo occidental-, toda violencia, crueldad contra la vida humana (incluso del que espera nacer) delata nuestro corazón enfermo y herido. Se nos invita a no perder la esperanza en la posibilidad de transformación del corazón humano, en este pasaje, con el ejemplo de la higuera, nos hace una invitación a una buena noticia, nos espera la plena realización de todas las esperanzas de paz, alegría, amor, verdad y justicia. Al final del tiempo, la realización y consumación de la esperanza. Es misión del cristiano hacer presente este futuro de esperanza. Asumir con ojos de distancia y de futuro la responsabilidad del quehacer de cada día. No tiene que resultarnos extraño que en cada acción -por diminuta que ésta sea- resuene un cierto sabor de futuro. La fe y la esperanza nos aseguran que Dios da futuro al presente.

En este final del año litúrgico, que se acerca, se nos invita a recordar que el tiempo pasa, no para lamentarlo sino para apreciar toda su novedad. Vivamos cada instante de nuestra vida bajo la mirada de Cristo. Al entregarnos su vida, ha dado cumplimiento a todo. Él es nuestra esperanza, pues cada día él introduce nuestra historia en la eternidad.

¡Feliz domingo! A modo de recuerdo hoy celebramos el día de la iglesia diocesana, intenta cooperar en la colecta de tu parroquia, para que pueda seguir llegando tu ayuda a las comunidades más necesitadas. Gracias por entender el gran bien que realizamos y nos hacemos al compartir. Feliz día del Señor. Feliz domingo.

Jesús Aguilar Mondéjar, sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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