EVANGELIO DEL DÍA: Mc 1,40-45: Si quieres, puedes limpiarme.

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EVANGELIO DEL DÍA:
Mc 1,40-45: Si quieres, puedes limpiarme.

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
-«Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
-«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
-«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy, se nos presenta la curación de un leproso, llama la atención la delicadeza con la que el leproso se dirige al Señor: «si quieres», si te parece, pidiéndole permiso al Señor, contando con Él, nos muestra cómo debería ser nuestra suplica, dirigirnos siempre al Señor sin exigencias, poniendo nuestra necesidad en sus manos, sabiendo que Dios siempre va a querer lo que sea mejor para nosotros, sabiendo que Dios quiere lo que nos hace bien, aunque no siempre sepamos nosotros lo que resulta mejor o más bien nos hace. El ejemplo del leproso nos invita a ponernos en sus manos, aprender que Él me concede lo que sabe que será bueno para mí y para que el reino de Dios crezca. ¡Ojalá! que nuestra oración sea siempre: «Señor, si quieres dame lo que te estoy pidiendo, y si no es así, concédeme lo que sea bien para mí salvación». Que esto nos lleve a buscar siempre la voluntad de Dios, a configurarnos con su voluntad, a desear lo que le sea grato, a no querer y solo aspirar a lo que Dios quiere. Vive el día de hoy desde ese abandono a la voluntad de Dios.

El Papa Francisco al comentar este pasaje evangélico, en el ángelus del 11 de febrero de 2018, nos ayudara en nuestra meditación: “nos presenta la curación de un hombre enfermo de lepra, […] el leproso del Evangelio suplica a Jesús con estas palabras: «Si quieres, puedes limpiarme».Al oír eso, Jesús sintió compasión. […] No se entiende la obra de Cristo, no se entiende a Cristo mismo si no se entra en su corazón lleno de compasión y de misericordia. Es esta la que lo empuja a extender la mano hacia aquel hombre enfermo de lepra, a tocarlo y a decirle: «Quiero; queda limpio». El hecho más impactante es que Jesús toca al leproso, porque aquello estaba totalmente prohibido por la ley mosaica. Tocar a un leproso significaba contagiarse también dentro, en el espíritu, y, por lo tanto, quedar impuro. Pero en este caso, la influencia no va del leproso a Jesús para transmitir el contagio, sino de Jesús al leproso para darle la purificación. En esta curación nosotros admiramos, más allá de la compasión, la misericordia, también la audacia de Jesús, que no se preocupa ni del contagio ni de las prescripciones, sino que se conmueve solo por la voluntad de liberar a aquel hombre de la maldición que lo oprime. […] el pecado sí que te deja impuro. El egoísmo, la soberbia, la corrupción, esas son las enfermedades del corazón de las cuales es necesario purificarse, dirigiéndose a Jesús como se dirigía el leproso: «Si quieres, puedes limpiarme»”.

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

Jesús Aguilar Mondéjar
Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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