EVANGELIO DEL DÍA: Mt 11,25-27: Te doy gracias, Padre…

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EVANGELIO DEL DÍA:
Mt 11,25-27: Te doy gracias, Padre…

En aquel tiempo, Jesús exclamó:
-Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy, comienza con las palabras: “Te doy gracias, Padre…”, el Señor nos da ejemplo de agradecimiento para que nosotros vivamos con la misma actitud. ¡Cuántos motivos tenemos para dar gracias a Dios! (detente un poco en la oración personal de hoy y aprovecha para ser agradecido con Él, piensa cuantos dones, acontecimientos, situaciones, personas… son una bendición y lo ves como normal porque gozas de ellos, aprovecha para darle gracias)¡Cuántas muestras recibimos de su amor! Qué diferente sería nuestra vida si viviéramos con actitud de agradecimiento valorando lo que tenemos y diéramos gracias a Dios por todo lo que permite en nuestra vida, fácil o difícil, gozoso o arduo. Dios es bondadoso. Dios es rico en ternura. Dios es Padre. Dios es misericordioso. Entonces, ¿por qué no le agradecemos todo, absolutamente todo lo que permite en nuestra vida? Hagamos la prueba el día de hoy. Esforcémonos por decir en todo momento: “¡Gracias Padre!”. Ante cualquier contratiempo, pena o alegría, digámosle: “¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!”. Un corazón grande es un corazón agradecido, comencemos hoy a hacerlo más grande, como nos recuerda el prefacio de la Santa Misa, en verdad es justo y necesario darte gracias, siempre y en todo momento.

El Predicador del Papa, el padre Rainero Cantalamessa, comentó este pasaje evangélico : “El pasaje evangélico se compone de tres partes: una oración (“Te alabo, Padre…”), una declaración sobre él mismo (“Todo me ha sido dado por mi Padre…”) y una invitación (“Venid a mí todos los que están afligidos y agobiados…”). Me limitaré a comentar el primer elemento, la oración, pues contiene una revelación de una importancia extraordinaria: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido”.
[…] La cerrazón a toda revelación de lo alto, y por tanto a la fe, no es causada por la inteligencia, sino por el orgullo. Un orgullo particular que consiste en el rechazo de toda dependencia y en la reivindicación de una autonomía absoluta por parte del pensador. […] el pensamiento moderno, después de Nietzsche, ha sustituido el valor de la verdad por el de la búsqueda de la verdad y, por tanto, de la sinceridad. En ocasiones, esta actitud se confunde con la humildad (¡hay que contentarse con el “pensamiento débil”!) y la actitud de quien cree en verdades absolutas se considera presunción, pero es un juicio muy superficial. Mientras la persona está en búsqueda ella es al protagonista, dirige el juego. Una vez encontrada la verdad, la verdad tiene que subir al trono y el buscador debe inclinarse ante ella y esto, cuando se trata de la Verdad trascendente, cuesta el “sacrificio del intelecto”.” (Rainero Cantalamessa,el 4 de julio de 2008)

Que tengas un buen día.
J.A.M.(Chechu)sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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