EVANGELIO DEL DÍA: Mt 12,46-50: Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo.

virgenCarmen

EVANGELIO DEL DÍA:
Mt 12,46-50: Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo.

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.
Uno se lo avisó:
– Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.
Pero él contestó al que le avisaba:
– ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?
Y señalando con la mano a los discípulos, dijo:
– Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

Hoy, celebramos una memoria de nuestra Madre la Santísima Virgen María, bajo la advocación del Carmelo, varias veces a lo largo del año, la propia liturgia nos acerca a la escuela de María, de ella y con ella tenemos que dejarnos hacer y aprender mucho.

En el Evangelio de hoy, nos sorprende la pregunta: «¿Quién es mi madre?». Parece en un primer momento que el Señor tenga una actitud despectiva hacia su madre, nada más lejos de la realidad. No es así. Lo que el Señor quiere dejar claro aquí es que ante sus ojos —¡ojos de Dios!— el valor decisivo de la persona no reside en el hecho de la carne y de la sangre, sino en la disposición espiritual de acogida de la voluntad de Dios.

No debemos pensar que hable mal de su madre, ya que, ¿quién ha estado más dispuesto a realizar la voluntad de Dios que María? «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Por esto, san Agustín dice que María, primero acogió la palabra de Dios en el espíritu por la obediencia, y sólo después la concibió en el seno por la Encarnación.

 Con otras palabras: Dios nos ama inmensamente, grandemente, por pura bondad, no por nuestros méritos, sino porque Él quiere, si su amor estuviera supeditado a nuestra respuesta a su amor o en la medida de nuestra santidad. María es santísima y, por tanto, es amadísima. Ahora bien, ser santos no es la causa de que Dios nos ame. Al revés, porque Él nos ama, nos hace santos. El primero en amar siempre es el Señor. María nos lo enseña al decir: «Ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» . A los ojos de Dios somos pequeños; pero Él quiere engrandecernos, santificarnos.

Termino con las palabras del Obispo promotor del apostolado del mar: “Pongo la vida de todos vosotros en el corazón de nuestra Madre, nuestra Señora del Carmen, para que os bendiga y remedie vuestras necesidades. A ella nos encomendamos, para que tengamos la generosidad de abrir nuestro corazón a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y, de este modo, estar prontos para escuchar y responder a la llamada que con tanta fuerza y con tanta fe nos hace el papa Francisco: sed testigos del gozo del Evangelio.
Que tengas un buen día
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

Jesús Aguilar Mondéjar
Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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