EVANGELIO DEL DÍA Mt 23, 27-32: ¡Ay de vosotros…!

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EVANGELIO DEL DÍA
Mt 23, 27-32: ¡Ay de vosotros…!

En aquel tiempo, Jesús dijo:
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas”! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy continuamos con la exhortación de Ntro. Señor y la llamada a la conversión, denuncia el vivir de apariencias, el quedarnos solo en simular. El camino de la perfección pasa por la sinceridad de vida. No hay santidad sin autenticidad. Hemos de proponernos vivir según esta norma de vida: la verdad. Para ello hay que rechazar todo mal, todo engaño e hipocresía. El Papa Francisco en exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 93 nos advierte de los peligros de vivir de las apariencias: «La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: “¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?” .Tenemos que huir de la doblez de vida. Todas nuestras acciones han de estar movidas más bien por la caridad y por el respeto a la verdad. Cristo nos pide una santificación que transforme todo nuestro ser, quiere de nosotros una fe que toque en la profundidad de nuestros actos. Pidamos a Dios que nos haga hombres y mujeres de la verdad, a fin de alcanzar la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

También hoy celebramos la memoria de San Luis rey de Francia, acudo a la segunda lectura del oficio de lectura de hoy, -Del testamento espiritual a su hijo- (Acta Sanctorum Augusti 5 [1868], 546)

“Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible.
Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal.
Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas.
Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino y, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor, con oración vocal o mental.
Ten piedad para con los pobres, desgraciados y afligidos, y ayúdalos y consuélalos según tus posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores. Para con tus súbditos, obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón. Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas.
Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontífice, nuestro padre espiritual. Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía.
Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que la santísima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Señor te dé la gracia de cumplir su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos lleguemos a verlo, amarlo y alabarlo sin fin. Amén.”
Que buenos consejos de un padre para su hijo.

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

Jesús Aguilar Mondéjar
Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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