EVANGELIO DEL DÍA: Mt 4,18-22: Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.

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EVANGELIO DEL DÍA:
Mt 4,18-22: Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy nos encontramos con un pasaje propiamente de llamada, una amable invitación del Señor a que le siguieran. Aceptar la llamada del Señor, ser recibido en el círculo de sus más íntimos, es la mayor gracia que se puede recibir en este mundo. El encuentro con Jesús dejó a Andrés marcado, con el alma llena de felicidad y de gozo; una alegría nueva que era necesario comunicar enseguida. Una alegría que no se podía acallar. Parece como si no pudiera retener tanta dicha. Al primero que encontró fue a su hermano Pedro. Y le dice:  ¡Hemos encontrado al Mesías!. La importancia de comunicar el paso del Señor por nuestras vidas, lo grande que ha estado y esta el Señor en ellas. Entonces nos convertimos en instrumentos para acercar al encuentro con el Señor. Esta es nuestra tarea: llevar a Cristo a los demás, hablándoles desde nuestra experiencia y vivencia. Verdaderamente, quien encuentra a Cristo lo encuentra para todos y, en primer lugar, para los más cercanos, está deseando que los que más quiere descubran el tesoro, el regalo, el don de la fe.

El Papa Benedicto XVI dedicó las Audiencias Generales a presentarnos a los apóstoles y la catequesis del 14 de junio de 2006, la dedicó a S. Andrés: “La primera característica que impresiona en Andrés es el nombre:  no es hebreo, como se podría esperar, sino griego, signo notable de que su familia tenía cierta apertura cultural. […] En las listas de los Doce, Andrés ocupa el segundo lugar, […] gozaba sin duda de gran prestigio dentro de las primeras comunidades cristianas. El vínculo de sangre entre Pedro y Andrés, así como la llamada común que les dirigió Jesús, son mencionados expresamente en los Evangelios:  «Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos:  a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar, porque eran pescadores. Entonces les dijo:  «Seguidme, y os haré pescadores de hombres””[…] Andrés disfrutó de momentos extraordinarios de intimidad con Jesús. […] Encontró él luego a su hermano Simón, y le dijo:  «Hemos hallado al Mesías», que quiere decir el Cristo, y lo condujo a Jesús», demostrando inmediatamente un espíritu apostólico fuera de lo común. Andrés, por tanto, fue el primero de los Apóstoles en ser llamado a seguir a Jesús.[…] Una tradición sucesiva, narra la muerte de Andrés en Patrás, donde también él sufrió el suplicio de la crucifixión. Ahora bien, en aquel momento supremo, como su hermano Pedro, pidió ser colocado en una cruz distinta de la de Jesús. En su caso se trató de una cruz en forma de aspa, es decir, con los dos maderos cruzados en diagonal, que por eso se llama «cruz de san Andrés». Según un relato antiguo —inicios del siglo VI—, titulado «Pasión de Andrés», en esa ocasión el Apóstol habría pronunciado las siguientes palabras:  «¡Salve, oh Cruz, inaugurada por medio del cuerpo de Cristo, que te has convertido en adorno de sus miembros, como si fueran perlas preciosas! Antes de que el Señor subiera a ti, provocabas un miedo terreno. Ahora, en cambio, dotada de un amor celestial, te has convertido en un don. Los creyentes saben cuánta alegría posees, cuántos regalos tienes preparados. Por tanto, seguro y lleno de alegría, vengo a ti para que también tú me recibas exultante como discípulo de quien fue colgado de ti… ¡Oh cruz bienaventurada, que recibiste la majestad y la belleza de los miembros del Señor!… Tómame y llévame lejos de los hombres y entrégame a mi Maestro para que a través  de ti me reciba quien por medio de ti me redimió. ¡Salve, oh cruz! Sí, verdaderamente, ¡salve!».

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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