EVANGELIO DEL DÍA: Mt 5, 33-37: Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no…

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EVANGELIO DEL DÍA:
Mt 5,33-37: Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no…

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos.
-Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy continuamos dentro del “Sermón del Monte”, dentro de la invitación a la plenitud, a las bienaventuranzas, y este pasaje nos presenta el tema de los juramentos, parece ser, que entre los israelitas, era una practica muy común y por motivos sin importancia. El Señor les exhorta a decir sencillamente la verdad: “Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no…”, una palabra de verdad y con amor. Que nuestro hablar sea evangélico, que hablemos con verdad, con amor, que no tengamos que buscar recursos para hacer creíble nuestro mensaje, que la verdad brille por si sola, trae a la memoria una generación anterior, donde era norma de vida, recuerda lo vinculante que era la palabra dada de nuestros mayores, no necesitaban contratos que recogieran los acuerdos, bastaba un apretón de manos, o la palabra dada, el cristiano esta llamado a vivir en verdad, en autenticidad, que su vida sea atrayente, contagie los valores del reino, pero que se construya en la verdad y el mandamiento nuevo.

Una de las suplicas realizadas por el Señor al Padre por los discípulos es “conságralos en la verdad”, comentando el Papa Benedicto XVI, en la homilia de la misa crismal, del 9 abril de 2009: “Consagralos en la verdad”. Y Jesús añade: “Tu Palabra es verdad”. Por tanto, los discípulos son sumidos en lo íntimo de Dios mediante su inmersión en la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es, por decirlo así, el baño que los purifica, el poder creador que los transforma en el ser de Dios. Y entonces, ¿cómo están las cosas en nuestra vida? ¿Estamos realmente impregnados por la palabra de Dios? ¿Es ella en verdad el alimento del que vivimos, más que lo que pueda ser el pan y las cosas de este mundo? ¿La conocemos verdaderamente? ¿La amamos? ¿Nos ocupamos interiormente de esta palabra hasta el punto de que realmente deja una impronta en nuestra vida y forma nuestro pensamiento?…podemos dar un paso más todavía. ¿Acaso no ha dicho Cristo de sí mismo: “Yo soy la verdad” ¿Y acaso no es Él mismo la Palabra viva de Dios, a la que se refieren todas las otras palabras? Conságralos en la verdad, quiere decir, pues, en lo más hondo: hazlos una sola cosa conmigo, Cristo. Sujétalos a mí. Ponlos dentro de mí… en Jesucristo, verdad y amor son una misma cosa. Estar inmersos en Él significa ahondar en su bondad, en el amor verdadero. El amor verdadero no cuesta poco, puede ser también muy exigente. Opone resistencia al mal, para llevar el verdadero bien al hombre. Si nos hacemos uno con Cristo, aprendemos a reconocerlo precisamente en los que sufren, en los pobres, en los pequeños de este mundo; entonces nos convertimos en personas que sirven, que reconocen a sus hermanos y hermanas, y en ellos encuentran a Él mismo”.

Que tengas un buen día.
J.A.M.(Chechu)sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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