En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?».
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy el Señor nos hace una gran promesa: “El que me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él”… el Señor nos promete su presencia en nosotros. Presencia que nos desborda, presencia de amor, presencia que se hace acogida, importante guardar su Palabra y permitir que su Espíritu haga morada en mí. Suena fácil, pero sé que el término “guardar” exige, por lo menos tres tareas de mi parte: conocer la Palabra, cumplirla y custodiarla, es decir, conocer para amar, desde ese amor desear configurarte con el amado, deseo de buscar lo que le agrada y quitar o eliminar lo que nos pueda separar. Estas tareas no serán posibles si la persona no se abre con sencillez y humildad al Espíritu Santo.
Espíritu Santo que nos capacitara para amar, que viene en nuestra ayuda, ya que es el amor lo que ha de fundamentar mi vida y todos mis actos. En el amor puedo descubrir el del Padre celestial; el amor le da crecimiento a mi fe en Jesucristo, vitaliza la esperanza y se une al amor del Espíritu Santo para vivir la caridad aplicando en todo las palabras del Señor. Espíritu Santo que nos ira recordando y enseñando todo. Nuestro Defensor.
Hoy el presbiterio diocesano se reune en torno al altar para dar gracias y gloria a Dios por los hermanos que celebran su aniversario sacerdotal y por el inmenso regalo del sacerdocio. Debería ser el 10 de mayo que es cuando la Iglesia celebra la memoria de san Juan de Ávila, doctor de la Iglesia y patrón del clero secular español, sin embargo en nuestra Diócesis de Cartagena se une a esta efeméride, que adelanta al lunes anterior, al 8 de mayo, día en que el presbiterio diocesano celebrará las bodas de plata, oro y diamante sacerdotales de aquellos que ya llevan 25, 50 y 60 años de ministerio.
Antes de la eucaristía se tendrá la meditación, que en esta ocasión correrá a cargo del párroco de S. León Magno, Canónigo Penitenciario y Prelado de honor de su Santidad, Mons. Fernando Colomer Ferrándiz y que comenzará a las 11:00 horas. A continuación la santa Misa presidida por el obispo.
Este año son ocho los sacerdotes que celebran sus bodas de diamante (aquellos que fueron ordenados presbíteros en 1963): Juan Cánovas García, Juan Cortés Férez, José Luis Garcia Hernández, Alfonso Hernández Amor, Gabriel Liébana Castellano, José Manzano García, Juan Sánchez Pérez y Juan Benito Vicente Cantero. Cuatro cumplen cincuenta años sacerdotales y celebran sus bodas de oro: Miguel Hernández Lloret, Alfonso Moya Fernández, Manuel Ordeig Corsini y Salvador Soler Chico. Y seis los que fueron ordenados en 1998 y este año celebran sus bodas de plata sacerdotales:Alberto José Guardia Valera, Francisco José Martínez López, Antonio Martinez Sánchez, Ramón Navarro Gómez, Cleetus P. Joseph y Francisco Valero Tenza. Los tenemos presentes en nuestras oraciones y los encomendamos al Señor, a la Bienaventurada Virgen María y al patrón del clero, S. Juan de Avila, para que renueve el don de la llamada en ellos, les haga crecer en el amor, en el celo y pasión por evangelizar, continúen ilusionándose por engendrar a Cristo en los corazones de las gentes. Que el Señor los siga bendiciendo y haciéndoles fuente de bendición para los que entren en contacto con ellos.