Jn 6, 24-35: Señor, danos siempre de este pan

Al enterarse Jesús se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados. Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida». Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer». Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces». Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos presenta el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Un punto para nuestra meditación es que se nos revela el corazón de Dios, nos muestra que es compasivo, en el pasaje evangélico nos resalta que el Señor sintió compasión de aquella gente. “compasión —lo que siente Jesús— no es sencillamente sentir piedad; ¡es algo más! Significa com-patir, es decir, identificarse con el sufrimiento de los demás, hasta el punto de cargarla sobre sí. Así es Jesús: sufre junto con nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros. […] Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, incluso siendo legítimas, no serán nunca tan urgentes como las de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir.” (P. Francisco, ángelus 3 de agosto 2014).
  Antes de hacer lo que solemos llamar el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces, hace una invitación a poner a disposición lo poco que tienen, traed lo que tengáis, aunque sea poco. Es importante entregarle al Señor todo, aunque humanamente sea imposible poder saciar tantas necesidades, pero el Señor si puede hacer el milagro, tomando de nuestra pequeñez para que se vea que es obra suya. Se nos invita a poner a  disposición de Él nuestros dones, nuestros carismas, nuestro tiempo, en definitiva, todo lo que eres y posees, y de esta forma, el Señor hará el milagro. Confía y entrégale tu pequeñez. “esos pocos panes y peces, compartidos y bendecidos por Dios, fueron suficientes para todos. ¡Y atención! No es magia, es un «signo»: un signo que invita a tener fe en Dios, Padre providente, quien no hace faltar «nuestro pan de cada día», si nosotros sabemos compartirlo como hermanos.” (P. Francisco, ángelus 3 de agosto 2014)
En el pasaje de hoy, de la multiplicación de los panes es una prefiguración de la Eucaristía, en ella Cristo se nos ofrece como alimento espiritual. ¿Y qué más grande puede ofrecernos el Señor, si no es Él mismo?  “el prodigio de los panes prenuncia la Eucaristía. Se lo ve en el gesto de Jesús que «lo bendijo» antes de partir los panes y distribuirlos a la gente. Es el mismo gesto que Jesús realizará en la última Cena, cuando instituirá el memorial perpetuo de su Sacrificio redentor. En la Eucaristía Jesús no da un pan, sino el pan de vida eterna, se dona a Sí mismo, entregándose al Padre por amor a nosotros. Y nosotros tenemos que ir a la Eucaristía con estos sentimientos de Jesús, es decir, la compasión y la voluntad de compartir. Quien va a la Eucaristía sin tener compasión hacia los necesitados y sin compartir, no está bien con Jesús.” (P. Francisco, Ángelus 3 de agosto 2014).
En el día de hoy la Iglesia celebra la dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas patriarcales de Roma. Esta fiesta es importante porque recuerda el origen del templo más grande dedicado a la Virgen María en Roma. Según una leyenda antiquísima que da origen a la devoción a la Virgen de las Nieves. En la misma Basílica nos encontramos la pintura que recoge esta leyenda: Esta dormido el Papa Liborio y sobre él hay ángeles y llamas. Delante está la Virgen. En otro cuadro, Juan, el patricio que dedicará su fortuna a la construcción de la basílica también esta dormido y es iluminado por la aparición. La Virgen hacia descender una copiosa nevada sobre el monte Esquilino, diciendo el lugar que quería le fuese consagrado. La nieve en el ferragosto en Roma era para colapsar la atención, el hecho ocurre en la noche del 4 al 5 de agosto, los días más calurosos de la canícula romana. La iglesia más grande dedicada a la Santísima Virgen María.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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