Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: “No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”. Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez”. Él le dijo: “Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades”. El segundo llegó y dijo: “Tu mina, señor, ha rendido cinco”. A ese le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”. El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”. Él le dijo: “Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas”. Le dijeron: “Señor, ya tiene diez minas”. “Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
El Evangelio de hoy, presenta muchas similitudes con la parábola del domingo pasado, las onzas de oro y la de los talentos presentan muchos parecidos. Ambas concluían con la máxima de Ntro. Señor: “Al que tiene se le dará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene”. Siempre me ha costado muchísimo entender esta máxima, a primera vista parece poco equitativo. Sin embargo, en el día a día observamos que se cumple, por ejemplo, aquel que tiene un carácter sociable pues es más fácil ver como le crecen las amistades o los conocidos, sin embargo, el que es introvertido se arriesga a perder hasta los pocos con los que trata. Otro ejemplo, el que tiene una capacidad de trabajo se le suele invitar a mas responsabilidades y en cambio aquel que le sobra el tiempo, siguen sin contar con él, se mantiene ocioso.
En el domingo pasado con la parábola de los talentos entregaba a cada uno según sus capacidades distintos talentos, en la parábola de hoy el acento esta puesto en que a todos le entrega lo mismo, una onza de oro, en definitiva tanto los talentos como las onzas de oro nos subrayan los dones recibidos de parte de Dios. La parábola nos resalta la fidelidad de cada uno , lo de menos es lo que hayan producido, no se pone el acento en la eficacia sino en la entrega, el trabajo, la responsabilidad, la fidelidad… sin embargo no soporta, podríamos afirmar que detesta: la pereza, la holgazanería y la justificación.
El Señor nos entrega unos dones y nos invita a colaborar con Él en la construcción de su reino. Que los pongamos a trabajar. Estamos llamados a ser signos creíbles de la vida nueva que Dios ha depositado en nosotros y que nos hace vivir con los mismos sentimientos que Ntro. Señor Jesucristo; que nos hace vivir como hermanos, preocupándonos del bien unos de otros por tener un sólo corazón y una sola alma. Cuando el Señor vuelva que nos encuentre llenos de frutos de santidad y de justicia porque hayamos pasado haciendo el bien a todos, sin distinción de razas, lenguas, sexos, culturas o clases sociales. Entonces seremos dignos de participar de su gloria eternamente.
También hoy hacemos memoria de una mártir de la primitiva iglesia, su nombre figura en el canon romano. Una tradición dice que pertenecía a una de las principales familias de Roma. Se le propuso que renunciara a su fe y ella declaro que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión. Antes de morir repartió todos sus bienes entre los pobres y pidió al Papa Urbano que convirtiera su casa en un templo para orar.