Lc 2, 16-21: María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón

En aquel tiempo , los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
El año nuevo lo hacemos con la solemnidad de María madre de Dios, se abre con la invitación a contemplar a nuestra madre, la Santísima Virgen María, madre de Dios y madre nuestra. Cuando nace un niño se hace fiesta a la madre. La iglesia nos invita  a poner nuestra mirada en aquella que es la mujer nueva la Madre del Señor, la que nos ha dado a Cristo, nuestro Salvador.
María es la que nos ha dado a Cristo, nuestro Salvador. En la homilia del 1 de enero de 2024, el Papa Francisco nos comenta el pasaje evangélico de hoy: “[…]Dios se hace hombre y lo hace en el signo de una mujer, María. Ella es el camino elegido por Dios, ella es el punto de llegada de tantas personas y generaciones que, “gota a gota”, han preparado la venida del Señor al mundo. De este modo, la Madre está en el centro del tiempo. Dios se ha complacido de dar un giro a la historia por medio de María, la mujer. […] Es hermoso entonces que el año comience invocándola; es hermoso que el Pueblo fiel, como antaño en Éfeso proclame con alegría a la Santa Madre de Dios. Las palabras Madre de Dios expresan, en efecto, la alegre certeza de que el Señor, tierno Niño en brazos de su mamá, se ha unido para siempre a nuestra humanidad, hasta el punto de que esta ya no es sólo nuestra, sino también suya. Madre de Dios: son pocas palabras para confesar la alianza eterna del Señor con nosotros. Madre de Dios: es un dogma de fe, pero es también un “dogma de esperanza”; Dios en el hombre y el hombre en Dios, para siempre. Santa Madre de Dios.
[…] La maternidad de María es el camino para encontrar la ternura paterna de Dios, el camino más cercano, más directo, más fácil. Este es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura.  La Madre, en efecto, nos conduce al principio y al corazón de la fe, que no se trata de una teoría o de un compromiso, sino de un don inmenso, que nos hace hijos amados, moradas del amor del Padre. Por eso, acoger a la Madre en la propia vida no es una elección devota, sino una exigencia de la fe: «Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos» (S. Pablo VI, Homilía en Cagliari, 24 abril 1970), es decir, hijos de María.
María, la mujer, […] nadie mejor que la Madre conoce los tiempos y las urgencias de sus hijos. […] el primer signo realizado por Jesús en las bodas de Caná. Allí es precisamente María quien se da cuenta que falta el vino y se dirige a Él. Son las necesidades de los hijos las que la mueven a ella, a la Madre, a pedirle a Jesús que intervenga.[…] María, que conoce nuestras necesidades, apresura también para nosotros el desbordamiento de la gracia y lleva nuestras vidas hacia la plenitud. Hermanos, hermanas, todos nosotros tenemos carencias, soledades, vacíos que necesitan ser colmados.[…] Cuando estamos tentados de encerrarnos en nosotros mismos, acudimos a ella; cuando no logramos desenredarnos de los nudos de la vida, buscamos refugio en ella. Nuestro tiempo, vacío de paz, necesita de una Madre que vuelva a reunir a la familia humana. Miremos a María para ser constructores de unidad, y hagámoslo con su creatividad de Madre, que cuida de sus hijos, los congrega y los consuela, escucha sus penas y enjuga sus lágrimas.
[…] Confiemos el nuevo año a la Madre de Dios. Consagrémosle nuestra vida. Ella, con ternura, sabrá revelar su plenitud; porque nos conducirá a Jesús, y Jesús es la plenitud del tiempo, de todo tiempo, de nuestro tiempo, del tiempo de cada uno de nosotros. […] Hermanos y hermanas que este año esté lleno de la consolación del Señor; que este año esté colmado de la ternura materna de María, la Santa Madre de Dios.”
Al comenzar un nuevo año de nuestro corazón brota los mejores deseos de bien para todos. En la primera lectura de la celebración litúrgica,  veremos la formula de bendición dada por Dios a Moisés, Dios nos bendice y nos protege, nos concede su favor…y nos ofrece su paz… invocaran mi nombre y yo (Dios) los bendeciré. Nos sigue recordando que Dios siempre quiere lo mejor para nosotros, busca nuestro bien.
También hoy celebramos la jornada de la paz. Deseos de paz.  Cristo es el príncipe de la paz y también él es nuestra paz.
Que de la mano de la Santísima Virgen María crezcamos en el amor a su Hijo, y nos lleve a forjar nuestra vida en ese mismo amor. Con todos mis mejores deseos para ti, que el Señor te conceda todo lo que la primera lectura de hoy nos presenta, que tengas un feliz y santo 2025.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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