Lc 21, 1-4: Ha echado todo lo que tenía para vivir

Alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo: «En verdad os digo que esa pobre viuda ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». 
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos encontramos con el pasaje de la limosna de la viuda. El Señor nos la pone de ejemplo, lo ha dado todo, no se ha reservado nada, tenia necesidad pero eso no le impidió entregarlo todo, “todo lo que tenía para vivir”.
        Este pasaje me trae a la memoria la experiencia de tantos hombres y mujeres de Dios, que han descubierto hacer de su vida una ofrenda, pero me voy a detener un poco en la experiencia vivida por el Arzobispo Vietnamita, Van Thuan, cuando lo nombraron arzobispo de Saigón fue sospechoso para el régimen comunista y lo encarcelaron, allí tuvo la tentación de esperar cada minuto su liberación, pero su vida interior, en la oración, en el contacto con la Palabra de Dios,  le hizo cambiar y se dijo a sí mismo: “Yo no esperare. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor”. La gracia de Dios le dio la energía para trabajar y continuar, aún en los momentos de mayor desesperanza. Las palabras de Santa Teresa de Calcuta, le iluminaron: “Lo importante no es el número de acciones que hagamos, sino la intensidad del amor que pongamos en cada acción”. En la prisión descubrió que Dios no le estaba pidiendo sus cosas, su vida cargada de actividad, su agenda pastoral sino que le estaba requiriendo su entrega: “Te quiero a ti”.  Poco a poco fue descubriendo que “aprovechar las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones ordinarias de manera extraordinaria”.  Esto hizo que le cambiaran varias veces a los guardias que le vigilaban ya que terminaban solicitando que les hablara del causante de su esperanza y alegría en medio de dicho infierno, en ese mundo inhóspito pudo llevar la presencia de Dios, ser testigo de su Salvador.
La conducta de esta viuda nos mueve a la  generosidad pero también nos revela que la mirada de Dios no es la mirada a la que estamos acostumbrados,  lo grande o pequeño,  lo hace tanto en cuanto este movido por el amor,  ningún gesto de bondad carece de sentido delante de Dios por pequeño que pueda parecer a la ojos de nuestro mundo.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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