En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca.
Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
El Evangelio de hoy muestra otra epifanía de Cristo, su manifestación en Nazaret, impulsado por el Espíritu, desde el principio el protagonismo del Espíritu, el dulce huésped del alma, Aquel que no se puede ver con los ojos físicos, ni se puede tocar con las manos, pero cuya acción cambia y renueva toda la persona. Quién obra para santificarnos y hacer la obra de Dios en nosotros.
También pone la mirada el pasaje evangélico en los paisanos de Jesús, gozosos de recibirlo porque su fama se iba extendiendo por todos los lugares, le alababan, le escuchaban y admiraban de las palabras que salía de su boca, nos destaca el texto que todos tenían los ojos fijos en Él, y después de proclamar la lectura del profeta Isaias, que era un poco la profecía sobre Él, les anuncia: “hoy se cumple”.
“Los ojos fijos en Él”, todo creyente, todo cristiano, todo bautizado deberíamos ejercitar eso con mayor frecuencia: “los ojos fijos en el Señor”, aprendiendo de Él, dejando que su vida ilumine la nuestra, buscando las respuestas en su palabra, aprendiendo de sus enseñanzas, conociendo su mensaje, sus discursos, sus parábolas, aprendiendo en sus acciones, en su proceder… pero no solo en el campo del intelecto sino sobre todo permitiendo que toquen y modelen nuestro corazón.
Comenta Orígenes: “No es casualidad que Él abriera el rollo y encontrara el capítulo de la lectura que profetiza sobre Él, sino que también esto fue obra de la providencia de Dios”. De hecho, Jesús, terminada la lectura, en un silencio lleno de atención, dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”. San Cirilo de Alejandría afirma que el “hoy”, situado entre la primera y la última venida de Cristo, está ligado a la capacidad del creyente de escuchar y enmendarse. Pero en un sentido aún más radical, es Jesús mismo “el hoy” de la salvación en la historia, porque lleva a cumplimiento la plenitud de la redención.
Y finaliza el pasaje evangélico con la admiración de sus paisanos, movidos a la alabanza, al entusiasmo y la sorpresa. Con la experiencia que Dios sigue obrando, actuando y liberando; haciendo nuevas todas las cosas.