Y bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: «¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!». Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño. Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy aparece el Señor enseñando, sanando y curando a un poseso. Las gentes que presenciaron la liberación del endemoniado se quedaron admiradas por el poder del Señor. El mensaje principal del Evangelio no es manifestarnos el poder del mal, sino que Dios nos ama y nos ofrece su misericordia. Cuántos motivos para la alegría tenemos en esta verdad. Todos nuestros sentimientos de culpa, nuestros remordimientos, etc., encuentran su perdón en Cristo Jesús. El Señor aparece liberando al hombre del mal que lo esclaviza, el Señor es el único salvador del hombre. Hace crecer en las personas lo bueno y lo verdadero que Dios ha dado a cada persona. El pasaje pone el acento en su enseñar con autoridad, la enseñanza del Señor esta unida a su vida y en este sentido su vida fue una continua enseñanza. Su autoridad no se impone a la fuerza, sino que su fuerza esta en su coherencia de vida, toda una llamada para nosotros a vivir en verdad.
También hoy celebramos la memoria de una santa de nuestro tiempo, nos referimos a Santa Teresa de Calcuta, “religiosa albanesa nacionalizada india. Nacida en el seno de una familia católica albanesa, la profunda religiosidad de su madre despertó en Agnes (Anjezë Gonxhe Bojaxhiu) la vocación de misionera a los doce años. Siendo aún una niña ingresó en la Congregación Mariana de las Hijas de María, donde inició su actividad de asistencia a los necesitados, profesó en la Congregación de Nuestra Señora de Loreto. Como quería ser misionera en la India, embarcó hacia Bengala, donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre de Teresa para profesar.
Apenas hechos los votos pasó a Calcuta, la ciudad con la que habría de identificar su vida y su vocación de entrega a los más necesitados. Durante casi veinte años ejerció como maestra en la St. Mary’s High School de Calcuta. Sin embargo, la profunda impresión que le causó la miseria que observaba en las calles de la ciudad la movió a solicitar a Pío XII la licencia para abandonar la orden y entregarse por completo a la causa de los menesterosos. Enérgica y decidida en sus propósitos, Santa Teresa de Calcuta pronunció por entonces el que sería el principio fundamental de su mensaje y de su acción: «Quiero llevar el amor de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el mundo y que les ama a ellos».
Refiriéndose a las Misioneras de la Caridad expresaba que: “Jamás permitimos que alguien se aleje de nosotras sin sentirse mejor y más feliz, pues hay en el mundo otra pobreza peor que la material: el desprecio que los marginados reciben de la sociedad, que es la más insoportable de las pobrezas.»
Durante su vida fue testigo del gran reconocimiento que inspiraba y le concedieron entre muchos premios, el premio Nobel de la Paz, en 1979. Con el paso de los años, la salud de la Madre Teresa empezó a deteriorarse cada vez más a un ritmo acelerado. Podemos señalar que fue probada en la enfermedad: En 1983, sufrió un ataque cardíaco en Roma mientras visitaba al papa Juan Pablo II. Después de un segundo ataque en 1989, recibió un marcapasos artificial. En 1991, se sobrepuso de una neumonía durante una estancia en México, para lo cual fue tratada en un hospital de California. Afectada por nuevas dolencias cardíacas, ofreció renunciar a su puesto como líder de las Misioneras de la Caridad, pero las monjas de la orden, en un sufragio secreto, votaron unánimemente a favor de que se quedara y la Madre Teresa aceptó continuar con su labor al frente de la orden. En 1993 fue ingresada en el Hospital de las Naciones Unidas a raíz de una congestión pulmonar que le provocó fiebre, entre otros síntomas. Ese mismo año desarrolló malaria, la cual se agravó debido a sus problemas pulmonares y cardíacos, y en Roma sufrió la rotura de tres costillas.
En abril de 1996, la Madre Teresa se cayó y se fracturó la clavícula. Para agosto, sufría de insuficiencia en el ventrículo izquierdo de su corazón. Se le practicó una cirugía cardíaca, pero su salud declinó de forma notable. Cuando enfermó nuevamente, tomó la controvertida decisión de internarse en un hospital bien equipado de California, lo que originó diversas críticas. Al ser hospitalizada por problemas cardíacos de nuevo, cedió su puesto de superiora a sor Nirmala, una hindú convertida al cristianismo. Pocos días después de celebrar sus 87 años ingresó en la unidad de cuidados intensivos del asilo de Woodlands, en Calcuta, donde falleció. Miles de personas de todo el mundo se congregaron en la India para despedir a la Santa de las Cloacas. Seis años después de su muerte, en octubre de 2003, y coincidiendo con la celebración del 25º aniversario del pontificado de Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta fue beatificada en una multitudinaria misa a la que acudieron fieles de todas partes del mundo. A finales de 2015, el Vaticano aprobó su canonización; el 4 de septiembre de 2016, ante más de cien mil fieles congregados en la plaza de San Pedro, el papa Francisco ofició la ceremonia que elevaba a los altares a Santa Teresa de Calcuta, cuya festividad se celebraría el 5 de septiembre.” (Tomado de la página de internet https://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/teresa_decalcuta.htm)