Lc 7, 31-35: ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación?

«¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: “Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado” Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón»

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy, se nos presenta la parábola de los muchachos caprichosos, los contemporaneos del Señor se resisten a creer en Él y encima se justifican, buscan excusas se nos presenta el diferente proceder de Juan Bautista y el Señor, siendo ambos de estilos muy diferentes, vemos que es igual para el que no quiere abrirse a la gracia, busca cien mil excusas para justificarse y en definitiva no convertirse.

Juan el Bautista fue juzgado de modo erróneo por la gente. Pero él nunca se desanimó ante la dificultad o la oposición y no dejó de creer en el Señor. Su vida es fiel reflejo de innumerables virtudes. Nos enseña que lo más importante en nuestra existencia terrena es la fidelidad al Señor, aunque eso ponga en peligro nuestra misma fama entre las personas. Juan fue siempre coherente con el mensaje del Señor en pensamientos, palabras y obras. Juan Bautista nos da fuerzas para luchar contra toda forma de doblez en nuestra vida, comenzando por las cosas pequeñas. El Bautista señaló con su vida austera y radical cómo seguir al Señor.

Aprendamos en la virtud de la fortaleza, pues nos es necesaria para perseverar en la fe. Pidamos al Espíritu Santo que transforme toda nuestra vida. El mundo necesita cristianos que sean testigos del Señor. Si seguimos al Señor con autenticidad es más fácil que arrastremos a muchos hacia Él.

El Papa Francisco comentando este pasaje evangélico nos resalta: “No os entiendo. Sois como esos niños: os hemos tocado la flauta y no habéis bailado, os hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado. ¿Qué queréis?. La respuesta sigue siendo: Queremos la salvación a nuestro modo. Por tanto, vuelve siempre esta cerrazón ante el modo de obrar de Dios. […] La palabra de la Cruz es siempre dura. Pero también es la única puerta de salvación[…]El drama de la resistencia a la salvación lleva a no creer en la misericordia y en el perdón, sino en los sacrificios”. (Papa Francisco, 3 octubre de 2014, Misas matutinas en Santa Marta).

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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