Lc 8,19-21: Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen

Vinieron a él su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte». Él respondió diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy es toda una alabanza a la Madre de Ntro. Señor, es todo un elogio a la Santísima Virgen María, nadie como Ella acogió la Palabra de Dios, su “fiat”, su acogida, su escucha, su guardar en su corazón, es ejemplar y modelico. Ella, con todo su ser, se hizo la esclava del Señor y repitió su “fiat” en todos los momentos de su vida, incluso en los momentos de mayor prueba o dolor. Es desde la Cruz, en ese instante supremo, donde el Señor nos la dejó como Madre. A Ella hemos sido confiados. ¡Somos verdaderamente sus hijos! La Virgen María nos enseña que lo más grande que podemos hacer con nuestra vida es conformar nuestro pensamiento y nuestra voluntad a la del Padre. Conocer lo que Dios quiere y seguir su voluntad es la alegría de nuestra vida. Que la meta de nuestra existencia sea ponernos a la escucha de la voluntad de Dios y dejarnos conducir por Él. “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.
En la exhortación apostólica postsinodal: Verbum Domini, el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, concretamente en su tercera parte: la Palabra de Dios y el mundo; en el apartado de la misión de la Iglesia de anunciar la Palabra de Dios al mundo, el punto del testimonio cristiano (los números: 97-98) nos alienta a configurar nuestra vida con el mensaje que proclamamos, en definitiva, a poner en obra y ser testigos desde nuestra vida de la Palabra de Dios: “[…]Es indispensable que, con el testimonio, se dé credibilidad a esta Palabra, para que no aparezca como una bella filosofía o utopía, sino más bien como algo que se puede vivir y que hace vivir. […]Que el anuncio de la Palabra de Dios requiere el testimonio de la propia vida es algo que la conciencia cristiana ha tenido bien presente desde sus orígenes”. Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, 20: “La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios”.
Necesitamos los cristianos de hoy contagiar la dicha inmensa de la fe, extender, propagar, redescubrir y hacer apetecible el atractivo del seguimiento de Cristo.
También hoy nuestra mirada se dirige a Nuestra Madre la Santísima Virgen María, bajo la advocación, de la Merced, que significa: misericordia. La misericordia unida a la liberación del cautivo. María se une, de una manera íntima y visible, a la obra redentora de su Hijo: Ha cooperado con su SI al plan de Dios, y ha ofrecido su vida para que el Hijo de Dios pudiera encarnarse y entregarse para la reconciliación de la humanidad.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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