Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy vemos como el Señor es rechazado, y también contemplamos la reacción de los discípulos, el ser rechazados no lo encajan muy bien, y les sale lo peor de ellos mismos, reaccionan con ira y violencia, solicitan permiso para actuar con violencia: “Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?” , cuanta paciencia tiene el Señor con sus discípulos, vuelve a corregirlos, el mal solo engendra mayor mal, les señala otro camino, vencer el mal a fuerza de bien, saber devolver a la ofensa, perdón; que estamos llamados incluso a amar a los que no nos quieren, muchas veces no resulta fácil romper esta espiral que desencadena el mal, necesitamos la ayuda de lo alto para no dejarnos llevar por el hombre viejo que todavía pervive en nosotros. Traigo a colación una frase atribuida a S. Vicente de Paul, donde señalaba: «hacer el bien no es difícil; lo difícil es hacer bien el bien”. Bueno, no siempre es fácil, elegir el bien, y vencer a fuerza de sembrar con las armas de la caridad y el perdón. Nada fácil, mucha ayuda de lo alto, mucha gracia y mucho don del Espíritu Santo, humanamente, imposible.
También hoy celebramos la memoria de San Francisco de Borja, Francisco de Borja nació en Gandía (Valencia), en 1510. Gozaba de la confianza del emperador Carlos V y caballerizo de la emperatriz Isabel, vivió ejemplarmente en palacio. La vista del cadáver de la emperatriz lo impulsó a despreciar las vanidades de la corte, al contemplar el cadáver putrefacto de la emperatriz, le llevó a exclamar: “Nunca más, nunca más servir a señor que se me pueda morir”. Después de la muerte de su esposa, en 1546, que acabó de desligarlo del mundo, entró en la Compañía de Jesús,. Se distinguió, sobre todo, por su profunda humildad. “Nada hay en el mundo comparable a la alegría de gastar la vida en el servicio a Dios”.En sus inicios en la Compañía de Jesús su oficio consistía en acarrear agua y leña, en encender la estufa y limpiar la cocina, fue ordenado sacerdote y al poco tiempo propuesto por Carlos V al cardenalato, al cual, renunció. En 1554 S. Ignacio le nombró comisario general de la Compañía en España, y dos años más tarde le confió el cuidado de las misiones, a las cuales dio gran impulso, en 1565, se convirtió en el tercer General de la Compañía de Jesús, cargo que ocupó hasta su muerte. Murió en Roma el 1 de octubre de 1572.