En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». 48Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le contestó: «Rabbuní, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy vemos el encuentro con un ciego, el detalle de ponernos el evangelista su nombre, Bartimeo, de presentarnos quién es su padre, Timeo. Nos esta hablando que en nuestra relación para el Señor no somos un numero, ni tratados en masa, la importancia de cada uno para el Señor, el ser llamado por su nombre, es el acercamiento a su persona, su realidad, “os llamo amigos”, esa relación más directa, intima y cercana en la que estamos llamados a crecer.
Bartimeo, tuvo que superar obstáculos para ese encuentro con el Señor, “le regañaban para que se callara”, y no abandono, al contrario, insistía más: “Ten compasión de mí”. Varias veces nos enseña el Señor a perseverar e insistir, a orar constantemente sin desfallecer, a orar siempre, velad y orar para no caer en tentación. Son muchas las citas bíblicas que nos destacan esto.
Otro punto para detenernos en nuestra meditación estaría en la pregunta que le hace a Bartimeo: “¿Qué quieres que haga por ti?, Si hoy el Señor te hiciera esta misma pregunta ¿que crees que le dirías?, ¿que es fundamental hoy en tu vida?, ¿qué es importantísimo para ti?, ¿que crees que no te debe faltar para llegar a la plenitud de tu vida?, ¿que crees que le plantearías al Señor?. Y si te dijera como muchas veces utilizó el Señor antes de realizar un milagro, “se haga según tu fe”, crees que de verdad “tu fe te ha curado”, mi confianza, mi abandono, mi descansar en el Señor debe de crecer, deja mucho que desear, muchas veces, descanso en mis seguridades más que en el Señor, y mi vida pone en entredicho el vivir en su providencia. Cuántas veces he de hacer mías las palabras dichas a S. Pablo: “Te basta mi gracia”. Aprender a descansar en el Señor y abandonarnos en quién tanto nos ama.
Celebramos hoy la memoria de San Fernando, denominado “el santo”, Rey de Castilla y de León, fue un verdadero modelo de gobernante, de creyente, de padre, esposo y amigo.Protector de las ciencias y de las artes. En medio de las glorias del mundo, fue piadoso, generoso con los vencidos. En su epistolario se declaraba: «Caballero de Jesucristo, Siervo de la Virgen Santísima, y Alférez del Apóstol Santiago. Propagaba por todas partes la devoción a la Santísima Virgen y en las batallas llevaba siempre junto a él una imagen de Nuestra Señora. Y le hacía construir capillas en acción de gracias, después de sus inmensas victorias. Emprendió la construcción de varias catedrales como acción de gracias. Falleció el 30 de mayo de 1252. Su muerte constituye un ejemplo de fe y humildad. Abandonó el lecho y, postrándose en tierra, sobre un montón de cenizas, recibió los últimos sacramentos. Se despidió de la reina y de sus hijos, a los que se encontraban presentes, les pidió que le perdonasen. Pidió a los clérigos que cantasen el Te Deum, y así murió. Fue canonizado en el año 1671 por el Papa Clemente X.