Volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?». Jesús les replicó: «Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres? Contestadme». Se pusieron a deliberar: «Si decimos que es del cielo, dirá: “¿Y por qué no le habéis creído?”. ¿Pero cómo vamos a decir que es de los hombres?». (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta). Y respondieron a Jesús: «No sabemos». Jesús les replicó: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le cuestionan la autoridad con la que actúa, sin embargo, el Señor hace una contrapregunta, pretende que examinen la motivación, el interés que les mueve. Si les contesta está dispuesto a responderles , la pregunta de Jesús los ha puesto en un gran aprieto, responder que no saben es una tremenda mentira. Al final, el Señor no les responde porque de antemano no quieren aprender, se niegan a buscar la verdad. Al reino de Dios se accede desde el camino de la verdad y de la sinceridad.
El Papa Francisco comenta este mismo pasaje en las misas matutinas de Santa Marta: «El Evangelio del día, en el que los jefes de los sacerdotes preguntan a Jesús con qué autoridad hace sus obras, la pregunta demuestra el corazón hipócrita de esta gente. A ellos no les interesaba la verdad, buscaban solo sus intereses e iban según el viento: conviene ir por aquí, conviene ir por allí… eran veletas. Tenían un corazón sin consistencia. Y así negociaban todo: negociaban la libertad interior, negociaban la fe, negociaban la patria, todo, menos las apariencias. A ellos les importaba salir bien en las situaciones. […] Este es el drama de la hipocresía de esta gente. Y Jesús no negociaba, pero su corazón de Hijo del Padre, estaba muy abierto a la gente, buscando caminos para ayudar. (Homilía de S.S. Francisco, 15 de diciembre de 2014, en Santa Marta).
También hoy hacemos memoria de San Justino, mártir, es el Padre apologista griego más importante del siglo II y una de las personalidades más nobles de la literatura cristiana primitiva. Nació en Palestina. De padres paganos y origen romano, pronto inició su itinerario intelectual frecuentando las escuelas estoica, aristotélica, pitagórica y platónica. La búsqueda de la verdad y el heroísmo de los mártires cristianos provocaron su conversión al cristianismo. Desde ese momento, permaneciendo siempre laico, puso sus conocimientos filosóficos al servicio de la fe. Llegó a Roma durante el reinado de Marco Aurelio (138-161) y allí fundó una escuela, la primera de filosofía cristiana. Según su discípulo Taciano, a causa de las maquinaciones del filósofo cínico Crescente, tuvo que comparecer ante el Prefecto de la Urbe y, por el solo delito de confesar su fe, fue condenado con otros seis compañeros a muerte.
Que el testimonio de los mártires nos ayude a crecer en fidelidad a nuestra fe y nos estimule en el seguimiento a Nuestro Señor.