Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!». El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos aparece el Señor enseñando y sanando, sus contemporáneos estaban asombrados porque su manera de enseñar no era la que estaban acostumbrados, nos resalta que enseñaba con autoridad que no se impone a la fuerza. A menudo, para el hombre la autoridad significa posesión, poder, dominio, éxito. Para Dios, en cambio, la autoridad significa servicio, humildad, amor; significa entrar en la lógica de Jesús tiene que ver con la verdad, se abre camino por la autenticidad, por la integridad, porque lo que dice se cumple, por la coherencia, en ello radica su fuerza.
También, el Evangelio de hoy nos presenta una curación, con cierta frecuencia nos aparece que a Jesús le acercaban los enfermos para que los curara y otras veces, como su fama se iba extendiendo son los mismos enfermos los que son llevados ante la presencia de Jesús o le salen al encuentro solicitándole que les ayude, que los sane. El mismo Señor se nos presenta que ha venido a sanar y curar lo que estaba perdido. Jesus viene a traernos la salvación, nos ofrece vida, vida en plenitud, vida eterna. Se nos revela como médico y maestro. Se nos muestra haciéndese participe del sufrimiento de todos los hombres, de todos -como nos recordará el P. Francisco- todos, todos, todos, tanto de los justos como de los pecadores.