Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
Hoy iniciamos con toda la Iglesia el nuevo Año litúrgico: un nuevo camino de fe. “El Adviento es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, también para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar hacia adelante y prepararnos para el regreso de Cristo.” (P. Francisco, 3 diciembre 2017). “El Adviento es, por excelencia, el tiempo de la esperanza, en el que se invita a los creyentes en Cristo a permanecer en una espera vigilante y activa, alimentada por la oración y el compromiso concreto del amor”. (P. Benedicto XVI, 3 diciembre 2006).
En el Evangelio de hoy la invitación que se nos hace es a la vigilancia, se nos invita a ¡Velad!. Es un tiempo de gracia, favorable, todo un regalo que se nos concede para acercarnos a Dios, para dejarnos hacer por Él, utilizando la imagen del profeta Isaias que utiliza la liturgia del día, la del barro en manos del alfarero, «Señor, tú eres nuestro padre; nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano»” Por eso la exhortación que se nos hace es a estar preparados y a “«¡Velad!». Este es el llamamiento de Jesús en el Evangelio de hoy. […] El Tiempo de Adviento viene cada año a recordarnos esto, para que nuestra vida recupere su orientación correcta, hacia el rostro de Dios.” (P. Benedicto XVI, 27 noviembre 2011)
“»¡Velad!», nos dice Jesús en la breve parábola del dueño de casa que se va de viaje y no se sabe cuándo volverá. Velar significa seguir al Señor, elegir lo que Cristo eligió, amar lo que él amó, conformar la propia vida a la suya. Velar implica pasar cada instante de nuestro tiempo en el horizonte de su amor, sin dejarse abatir por las dificultades inevitables y los problemas diarios. […] Pidamos al Señor que nos conceda su gracia, para que el Adviento sea para todos un estímulo a caminar en esta dirección”. (P. Benedicto XVI, homilia 30 noviembre 2008).
El Papa Francisco en el ángelus del 29 de noviembre de 2020 también nos comenta la liturgia de hoy: “San Pablo indica el objeto de la espera. ¿Cuál es? La «Revelación de nuestro Señor». […] Para un cristiano lo más importante es el encuentro continuo con el Señor, estar con el Señor. Y así, acostumbrados a estar con el Señor de la vida, nos preparamos al encuentro, a estar con el Señor en la eternidad. Y este encuentro definitivo vendrá al final del mundo. […] Jesús, nos dice la Biblia, está a la puerta y llama. Cada día. Está a la puerta de nuestro corazón. Llama. ¿Tú sabes escuchar al Señor que llama, que ha venido hoy para visitarte, que llama a tu corazón con una inquietud, con una idea, con una inspiración? Vino a Belén, vendrá al final del mundo, pero cada día viene a nosotros. Estad atentos, mirad qué sentís en el corazón cuando el Señor llama. […] El Adviento es una llamada incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a su fin último para conducirla a su plenitud, que es el Señor, el Señor Jesucristo. Dios está presente en la historia de la humanidad, es el «Dios con nosotros», Dios no está lejos, siempre está con nosotros, hasta el punto que muchas veces llama a las puertas de nuestro corazón. Dios camina a nuestro lado para sostenernos. […] Nosotros esperamos a Dios, esperamos que se manifieste, ¡pero también Él espera que nosotros nos manifestemos a Él!
María Santísima, mujer de la espera, acompañe nuestros pasos en este nuevo año litúrgico que empezamos, y nos ayude a realizar la tarea de los discípulos de Jesús, indicada por el apóstol Pedro. ¿Y cuál es esta tarea? Dar razones de la esperanza que hay en nosotros.”