Mc 16,9-15: Les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

El Evangelio de hoy nos pone el acento en la dificultad planteada por los apóstoles para creer, reiterativamente nos dice que después del testimonio de la Magdalena y de los dos discípulos se resisten a creer. El tema de la incredulidad, lleva al Señor a corrigir a los apóstoles. El hombre de todos los tiempos solo cree lo que le entra por los sentidos, el discípulo que ha pasado como el que enarbola esta bandera es Sto. Tomas, con su afirmación “si no lo veo, no lo creo”. Ante dicha postura nos encontramos con la bienaventuranza de: “Dichosos los que crean sin haber visto”, la misma que recibió la Bienaventurada Virgen Maria de labios de su prima Sta. Isabel: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Después de tanto tiempo, no hemos avanzado mucho, hay muchos que siguen con la misma postura, dudan de la existencia de Dios, están ciegos, se resisten a creer. La incredulidad sigue siendo un desafío y un reto para el cristiano de hoy. ¿cómo transmitir? ¿cómo contagiar el don y el regalo de la fe? ¿cómo hacer brotar en el corazón de los hombres la confianza en el amor de Dios? ¿Cómo lograr que experimenten su presencia y no caer en discusiones teóricas? ¿cómo mostrarles el rostro del Dios vivo y no caer en elucubraciones?
Una vez más, es el Señor el que busca a los discípulos, el que los sorprende y el que les plantea los interrogantes: ¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe? Este reproche del Señor a sus discípulos nos permite comprender cómo el obstáculo para la fe es muchas veces el miedo, la fe es un gran regalo que nos hace el Espíritu Santo, al cual debemos invocar que nos asista, hemos de suplicar al Señor que nos conceda ese regalo, que nos conceda ese don, “si conocieras el don de Dios” -le dijo a aquella mujer Samaritana-, Si fuéramos conscientes de lo que nos estamos perdiendo, privando y pagando las consecuencias por ello, le pediríamos como los apóstoles: Auméntanos la fe.

El Papa San Juan Pablo II, en su última visita a España, en cuatro vientos comunicaba a los jovenes: “La fe se propone, no se impone”- y se testimonia con la vida. Imitemos a los apóstoles convirtiéndonos en testigos del Señor. Colaboremos en anunciar el amor del Señor a los demás. La fe en Cristo jamás es una esperanza para mí sólo; es siempre una fe, un amor y una esperanza para compartir con los demás. “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. La fe nos lleva a la misión. Impregnar todo con el amor de Dios.
Hoy, sábado, día consagrado a la Santísima Virgen, encomiéndate a Ella para que te ayude y puedas testimoniar con tu vida, tu amor y tu fe a los que te rodean.

Jesús Aguilar Mondéjar
Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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