Enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra. Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo. Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron. Pero él habló enseguida con ellos y les dijo: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo». Entró en la barca con ellos y amainó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
El Evangelio de hoy nos presenta al Señor sobresaliendo en humanidad, cercano a la gente, conversando y despidiéndose de ellos, y como lo más normal del mundo nos lo presenta retirandose a orar. Después ,en medio de la tormenta aparecerá caminando sobre las aguas y calmando a los discípulos: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo».
Este pasaje evangélico de hoy nos recuerda que hay dificultades, vientos en contra, con ellos debemos contar, muy importante, el perseverar, sin dejar de remar, manteniéndose aunque no sea cómodo, aunque no resulta fácil ir contracorriente, pero es lo normal cuando no te quieres dejar arrastrar por el espíritu reinante, o el espíritu mundano, o lo políticamente correcto… sin embargo, la fe en el Señor viene en nuestra ayuda, nos consuela, nos da la fuerza, nos da la seguridad de una Presencia, la presencia de Jesús que nos impulsa a superar las tormentas que nos presenta la vida, YO ESTARÉ CON VOSOTROS SIEMPRE. NO TENGAIS MIEDO. También hoy nos las dirige el Señor a cada uno ¡NO TENGAS MIEDO!. Una invitación fuerte a vencer todos nuestros fantasmas, no estamos solos, nos acompaña, nos ayuda, nos protege, solo se nos pide creer y confiar. Este “no tengáis miedo” va dirigido cantidad de veces por Dios Padre en el Antiguo Testamento, y por Dios Hijo otras tantas en el Nuevo Testamento a los llamados a realizar alguna misión. Y hoy nos interpela a nosotros.
En varios de los encuentros de la juventud, el Papa San Juan Pablo II, una de las invitaciones que no se cansaba de repetir en las diversas partes del mundo era el NO TENGAIS MIEDO, hoy Cristo nos invita a permanecer en su amor y a ser fuertes ante las dificultades. Porque Él está con nosotros y sólo con Él seremos capaces de vencer los vientos más fuertes que arrecien contra nuestra barca, dicese: iglesia.
Las palabras del Señor nos estimulan: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.». También hoy se hacen realidad y nos están solicitando ser acogidas, hoy se vuelven a hacer realidad y nos las dirige el mismo Señor a cada uno nosotros, cada uno en la situación en la que se encuentre: ante la enfermedad, ante la fragilidad del puesto de trabajo, ante la soledad, la incomprensión… NO TENGAS MIEDO. Una invitación fuerte a vencer todos nuestras turbaciones, desasosiegos, ansiedades, a sentir su cercanía, su presencia, no estamos solos, nos acompaña, nos ayuda, nos protege, solo se nos pide creer y confiar.
Hoy Cristo nos invita a permanecer en su amor y a ser fuertes ante las dificultades. Porque Él está con nosotros y sólo con Él seremos capaces de vencer los vientos más fuertes que arrecien contra nuestra vida.