Mc 6,1-6: Se admiraba de su falta de fe

Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. 
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos encontramos con una invitación a no cerrarnos a Dios. El Señor sufre con la desconfianza, la incredulidad y el rechazo de sus contemporáneos. Sus paisanos se vieron bloqueados, no pudieron gozar con los beneficios que lleva consigo la fe porque se resistieron  se bloquearon, solo podían dificultades, no podian comprender de donde sacaba su sabiduria si creían conocerlo, saber todo sobre él, para ellos era solo el carpintero, el hijo de María, pretendían saber mucho sobre Jesús, es uno de los suyos, se resistieron a aceptar su transcendencia. Sigue siendo muy actual la dificultad para reconocer las cualidades, los méritos de los que tenemos a nuestro lado, nos cuesta reconocer al santo de la habitación de al lado.
Tenemos la dicha de contar con el comentario al pasaje del evangelio  realizado por el Papa Benedicto XVI, en el ángelus  del 8 de julio de 2012:
“El evangelista escribe que Jesús “se admiraba de su falta de fe”. Al estupor de sus conciudadanos, que se escandalizan, corresponde el asombro de Jesús. También Él, en cierto sentido, se escandaliza. Aunque sabe que ningún profeta es bien recibido en su patria, sin embargo la cerrazón de corazón de su gente le resulta oscura, impenetrable: ¿cómo es posible que no reconozcan la luz de la verdad? ¿Por qué no se abren a la bondad de Dios, que quiso compartir nuestra humanidad? De hecho, el hombre Jesús de Nazaret es la transparencia de Dios, en él Dios habita plenamente. Y mientras nosotros siempre buscamos otros signos, otros prodigios, no nos damos cuenta de que el verdadero signo es él, Dios hecho carne; él es el milagro más grande del universo: todo el amor de Dios contenido en un corazón humano, en el rostro de un hombre”.
Recuerda que el Señor no pudo hacer muchos milagros entre los suyos porque le faltaba fe. Importante para cada uno de nosotros, confiar, fiarnos, descansar, abandonarnos en Él. ¿Encuentra fe en nosotros, en mí? Solo tu vida, tus obras, tus acciones podrán responder esta pregunta. ¡Ojala! Vayamos creciendo cada día en dejarle al Señor el sitio que le corresponde en nuestro corazón, hasta que lo ocupe todo y solo Él, para poder amar a los demás con su mismo corazón. Aprender a pensar con Cristo para tener los mismos sentimientos de Cristo.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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