En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy el Señor ante lo contado por el discípulo Juan que habían querido impedir una acción buena porque no viene con nosotros, en definitiva, el celo exclusivista, el “capillismo», no es de los nuestros, no es de mi grupo, esa tendencia a pensar que solo nuestro grupo, nuestro movimiento, es el único que tiene la verdad, no admitir al que tiene otra manera de pensar, porque no es del grupo. El Señor les corrige y tiene una amplitud de miras mas grande, invita a sumar en la vida, “no se lo impidáis”, más de una vez, el Señor tiene que corregir a sus discípulos, recordar cuando el pasaje de la cizaña, los discípulos suplicaban permiso para quitar la cizaña, les enseña a practicar la paciencia, o cuando desean que lloviera fuego porque no habían acogido o no había sido bien recibido el mensaje. Siempre detiene esos prontos el Señor, corrige, es paciente, no separa, une, ve lo bueno, el otro siempre es bienvenido para trabajar en la construcción del reino, no se debe caer en el monopolio del bien, exclusividades, no somos los exclusivos del Espíritu Santo, es bueno aprender de los otros, reconocer los valores, enriquecernos con sus aportaciones y apreciaciones, es bueno aprender a vislumbra los distintos carismas, a descubrir la semillas del verbo que nos rodean y saber aprender a trabajar conjuntamente en la búsqueda del bien, de la verdad, de lo que agrada a Dios.
Celebramos hoy la memoria de Santa Joaquina de Vedruna puede presentarse como modelo para la mujer en todos los estados de la vida. -Como dijo el papa Juan XXIII en la homilia de canonización-. Fue madre de nueve hijos. Al quedarse viuda crea el Instituto de Hermanas Carmelitas de la Caridad. Se dedicó al cuidado de los enfermos y a la instrucción cristiana de la juventud. Soportó con ánimo tranquilo toda clase de sufrimientos hasta su muerte, que ocurrió por contagio del cólera. Muere en Barcelona el año 1854. Fue beatificada el 22 de mayo de 1940 y canonizada por Juan XXIII en 1959. Comparto algunos retazos tomados de sus cartas: “Amemos a Dios sin cesar… cuanto más amemos a Dios, más le querremos amar…Pongamos nuestro espíritu en Dios, quien todo lo puede, y emprenderemos lo que Él quiera. Con Jesús y teniendo a Jesús, todo sobra.” (Oficio de lectura de su memoria).