Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les contestó:
«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos». Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy aparece como figura principal y gira en torno a Elías. ¿Pero quién es Elías? ¿Por qué habla así nuestro Señor?
Vamos a ayudarnos para conocerlo de la explicación dada por el Papa Emérito, Benedicto XVI, nos presentó la figura del profeta Elías en la Audiencia del 15 de junio de 2011:
«En la historia religiosa del antiguo Israel, tuvieron gran relevancia los profetas con sus enseñanzas y su predicación. Entre ellos surge la figura de Elías, suscitado por Dios para llevar al pueblo a la conversión. Su nombre significa “el Señor es mi Dios” y de acuerdo con este nombre se desarrolla toda su vida, consagrada totalmente a provocar en el pueblo el reconocimiento del Señor como único Dios. De Elías el Eclesiástico dice “Después surgió como un fuego el profeta Elías, su palabra quemaba como una antorcha”. Con esta llama Israel vuelve a encontrar su camino hacia Dios. En su ministerio, Elías reza: invoca al Señor para que devuelva a la vida al hijo de una viuda que le había hospedado, grita a Dios su cansancio y su angustia mientras huye por el desierto, buscado a muerte por la reina Jezabel, pero es sobre todo en el monte Carmelo donde se muestra todo su poder de intercesor, cuando ante todo Israel, reza al Señor para que se manifieste y convierta el corazón del pueblo» .
Juan es el “profeta”, identificado con Elías, que estaba destinado a preceder inmediatamente al Mesías a fin de preparar al pueblo de Israel para su venida. Nos encontramos con una tradición judía que lo que busca es rechazar a Jesús.
Se nos presenta el anuncio del sufrimiento del Señor cuando nos preparamos a su venida. Sin embargo, nos ubica en la realidad del misterio de la Navidad que no puede separarse de la Pascua. Son los dos grandes momentos del misterio cristiano. La alegría de Navidad no puede hacernos olvidar que el Hijo del Hombre ha de padecer. La Encarnación tiene puesta su mirada en la Redención, en la Salvación del hombre.
Recuerda un poquitín, hoy sábado, de una forma más especial a Nuestra Madre que tiene mucho que ver con el Adviento y que nos puede ayudar a esperar y confiar en el Señor.