En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo:
«El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día».
Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?».
Contestó:
«Sí».
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».
Contestó:
«A los extraños».
Jesús le dijo:
«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy se nos presenta dos temas distintos. El primero, es el anuncio -segundo ya- que Cristo hace de su pasión, muerte y resurrección; y el segundo, es el impuesto del templo, para el mantenimiento del culto, que era obligación sagrada, pero en el pasaje se esta abordando desde el deber de cumplir con los impuesto en general, el cristiano tiene unas responsabilidades ante los demás, tiene repercusiones en la vida civil, social… precisamente desde su testimonio, para construir una sociedad mas justa, más humana, mas impregnada con las claves del evangelio, transformando este mundo, donde el amor, la paz y la justicia sean una verdadera realidad.
Ante el anuncio de la pasión los discípulos se pusieron muy tristes. Los discípulos parece que han comprendido que el camino del seguimiento del Señor no está exento de dificultades. No les resultó fácil entender el camino del anonadamiento, de la humildad, del perdón, del sufrimiento, de hacer de la vida un ofrecimiento por amor. Cuanto trabajo nos cuesta encajar la Cruz en nuestra existencia. Debido que los planes de Dios andan muy lejos de lo que son nuestros planes, el Señor nos invita a acoger y observar el verdadero espíritu de la ley, para darle pleno cumplimiento en el amor hacia quien lo necesita, como nos recuerda S. Pablo nuestra justicia será tanto más perfecta cuanto más esté animada por el amor a Dios y por el amor a los hermanos.