Mt 20, 17-28: El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos

En aquel tiempo, Mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará». Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?». Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron: «Podemos». Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

En el Evangelio de hoy nos encontramos con uno de los anuncios de la pasión. Aprovecha el Señor para enseñar a los discípulos y, que no se escandalicen cuando llegue el momento de la prueba.

El Papa Francisco comentando este Evangelio, en la homilia realizada el 20 de septiembre de 2015, nos expresa:« .¿Quién es el más importante? Jesús es simple en su respuesta: «Quien quiera ser el primero – o sea el más importante – que sea el último de todos y el servidor de todos». Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás. […] Jesús les trastoca su lógica diciéndoles sencillamente que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo. Es decir, sirviendo. La invitación al servicio posee una peculiaridad a la que debemos estar atentos. Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar. Son personas de carne y hueso, con su vida, su historia y especialmente con su fragilidad, las que Jesús nos invita a defender, a cuidar y a servir. Porque ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. […] Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del «servicio que se sirve». Todos estamos invitados, estimulados por Jesús a hacernos cargo los unos de los otros por amor. […] Este hacernos cargo por amor no apunta a una actitud de servilismo, por el contrario, pone en el centro la cuestión del hermano: el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas. […] queridos hermanos y hermanas, «quien no vive para servir, no sirve para vivir».»

Pidamos al Señor que con su Espíritu transforme nuestros corazones para que como Él optemos por la grandeza de servir, dar nuestra vida por amor, y con amor. Seguro que se nos presentarán muchas ocasiones hoy donde podremos poner en practica ese dicho: “vivir para servir y no servir para vivir”.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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