¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas”! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
El Evangelio de hoy vuelve a advertirnos sobre el peligro de vivir de las apariencias, del quedarnos solo en la superficialidad, en la simulación, en el engaño . El camino de la perfección pasa por la sinceridad de vida. No hay santidad sin autenticidad. Hemos de proponernos vivir según esta norma de vida: la verdad. Para ello hay que rechazar todo mal, todo engaño e hipocresía. El Papa Francisco en exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 93 nos advierte de los peligros de vivir de las apariencias: «La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: “¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?” .Tenemos que huir de la doblez de vida. Todas nuestras acciones han de estar movidas más bien por la caridad y por el respeto a la verdad.
Celebramos hoy la memoria de San Agustin, el Papa Benedicto XVI, dedicó varias catequesis al Padre más grande de la iglesia latina, en las audiencias generales del año 2008, comenzando el 9 de enero: “…San Agustín nació en Tagaste, en la provincia de Numidia, en el África romana, el 13 de noviembre del año 354. Era hijo de Patricio, un pagano que después fue catecúmeno, y de Mónica, cristiana fervorosa […]San Agustín siempre quedó fascinado por la figura de Jesucristo; más aún, dice que siempre amó a Jesús, pero que se alejó cada vez más de la fe eclesial, de la práctica eclesial […] estudió bien la gramática, […] a partir del año 370, retórica en Cartago, […] leyó por primera vez el Hortensius, obra de Cicerón […]como escribirá en las Confesiones: “Aquel libro cambió mis aficiones” […] cayó en la red de los maniqueos, que se presentaban como cristianos y prometían una religión totalmente racional. Afirmaban que el mundo se divide en dos principios: el bien y el mal. […] En Milan, San Agustín adquirió la costumbre de escuchar […] las bellísimas predicaciones del obispo San Ambrosio, […]fue bautizado por San Ambrosio el 24 de abril del año 387 […]fue ordenado presbítero en el año 391 y comenzó con algunos compañeros la vida monástica […] repartiendo su tiempo entre la oración, el estudio y la predicación. Quería dedicarse sólo al servicio de la verdad;[…] En Hipona, cuatro años después, en el año 395, fue consagrado obispo. […] falleció el 28 de agosto del año 430”.