Mt 6, 19-23: Haceos tesoros en el cielo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! 
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy nos advierte el Señor de la actitud ante los bienes y las riquezas de este mundo. ¿Donde está puesto nuestro corazón? ¿Cual es nuestro tesoro? Nos invita a: ¡trabajad para el cielo! Donde está tu tesoro, tu riqueza, está también tu corazón. Cuando la mirada de la persona, es decir, cuando su atención se dirige por entero a Dios y su voluntad, toda su vida se mantiene en la luz y en el bien. Y su vida puede ser plena e incluso iluminar la de los demás.
En la homilia diaria de Santa Marta el Papa Francisco, el 20 de junio de 2014, abordaba este pasaje: “El consejo de Jesús es sencillo: no acumuléis tesoros en la tierra. Es un consejo de prudencia. Son tres, en particular, los tesoros de los cuales Jesús pone en guardia muchas veces. El primer tesoro, es el oro, el dinero, las riquezas. Y en efecto, no estas a salvo con este, porque quizá te lo roben. NO estas a salvo con las inversiones: quizá caiga la bolsa y tú te quedes sin nada. Y dime: un euro más ¿te hace más feliz o no?… las riquezas son un tesoro peligroso, si tú las acumulas como un tesoro, te roban el alma. Jesús en el evangelio vuelve sobre este argumento, sobre las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre el poner las esperanzas en las riquezas…El Segundo tesoro, es la vanidad, es decir, buscar tener prestigio, hacerse ver. Jesús condena siempre esta actitud: Pensemos en lo que dice a los doctores de la ley cuando ayunan, cuando dan limosna, cuando oran para hacerse ver… Y el tercer tesoro, es el orgullo, el poder que Jesús indica como inútil y peligroso…tú estas ahí y mañana caes, porque el poder acaba, cuantos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han acabado en el anonimato, en la miseria, en la prisión…
He aqui, pues, la esencia de la enseñanza de Jesús: ¡No acumuleis!¡No acumuleis dinero, no acumuleis vanidad, no acumuleis orgullo, poder!¡Estos tesoros no sirven!…donde está tu tesoro allí está tu corazón. Este es precisamente el mensaje de Jesús: tener un corazón libre… y un corazón libre se puede tener solo con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el servicio a los demás, la adoración a Dios. Estas son las verdaderas riquezas que no son robadas…un corazón libre es un corazón luminoso, que ilumina a los demás, que hace ver el camino que lleva a Dios”.
Celebramos la memoria de San Luis Gonzaga nació el 9 de marzo de 1568; murió el 21 de junio de 1591 con veintitrés años. La infancia de Luis estuvo signada por su pertenencia a la nobleza. A la edad de doce años, pasó a estar bajo la dirección espiritual de San Carlos Borromeo, de quien recibió la Primera Comunión.   Luis es llevado de una corte a otra de acuerdo a los ascensos sociales que su padre iba haciendo. A la edad de 14 años, fue nombrado, junto con su hermano Rodolfo, paje de don Diego, Príncipe de Asturias. Luis rechazaba esta vida de lujo y opulencia. Luis comienza a vivir, dentro de la corte, una vida austera y modesta.   Poco a poco, Luis, fue llegando a la decisión que le parecía lógica: renunciaría a todo y se haría religioso.  Estando en España fue cuando decidió ingresar a la Compañía de Jesús. Regresó a Italia renunciando a su herencia en favor de su hermano, el 2 de noviembre de 1585. Realizó sus votos el 25 de noviembre de 1587. Inmediatamente después, inició sus estudios teológicos, en el entonces Colegio Romano, cuna de la Universidad Gregoriana.  En 1591, cursando su cuarto año de teología, sobrevino la hambruna y en Roma se desata la peste. Muy pronto los hospitales estuvieron llenos. Demasiada pobreza y falta de higiene.
Los jesuitas colaboraron con las autoridades en la atención a los enfermos. En el contacto con ellos Luis, al igual que otros de sus compañeros, contrae la enfermedad que lo sostuvo durante tres meses en una lenta agonía. Aunque de salud delicada, se entregó al cuidado de los enfermos, pero el 3 de marzo cayó enfermo y murió el 21 de junio de 1591. Fue beatificado por Gregorio XV en 1621, y canonizado por Benedicto XIII en 1726. La Iglesia lo declaró Patrono de la Juventud.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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