Mis padres me hicieron el gran regalo de apuntarme en ellos, la verdad yo no era consciente del valor de dicho regalo hasta que no hube terminado el cursillo, en ese momento me di cuenta de que podía ser el mejor que me podían haber hecho.
Cuando decidí apuntarme a los cursillos mi vida no estaba pasando por su mejor momento en general, y mi contacto con Dios dejaba mucho que desear, pues lo había dejado a un lado ya desde hace un largo periodo de tiempo.
La experiencia de los cursillos superó mis expectativas, pues mi entrada en ellos era la de una persona sin ánimos y ganas por nada. El poder retomar el contacto con Dios, pudiendo abrir mi corazón con el apoyo de los hermanos que me acompañaron y la palabra, crearon que la ilusión en mí creciera de nuevo y me abriera un camino nuevo en mi vida.
Recomendaría y mucho que la gente se animara a realizarlos, pues ponerse en las manos de Dios de esta forma crea un antes y un después en tu vida. La sensación de felicidad y de paz que yo tuve al terminar los cursillos es algo que nunca había sentido antes y que nunca pensé que aquí podría encontrar.
Lope, del Cursillo 1074
