EVANGELIO DEL DÍA Jn 19, 25-34: Dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»

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EVANGELIO DEL DÍA
Jn 19, 25-34: Dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

Celebramos hoy la memoria de la “Bienaventurada Virgen María Madre de la Iglesia”. El Papa Francisco, considerando la importancia del misterio de la maternidad espiritual de María, que desde la espera del Espíritu en Pentecostés no ha dejado jamás de cuidar maternalmente de la Iglesia, peregrina en el tiempo, ha establecido, con decreto del día 11 de febrero de 2018, que, el lunes después de Pentecostés, la memoria de María Madre de la Iglesia sea obligatoria para toda la Iglesia de Rito Romano.

Es evidente el nexo entre la vitalidad de la Iglesia de Pentecostés y la solicitud materna de María hacia ella. “Esperamos que esta celebración, extendida a toda la Iglesia, recuerde a todos los discípulos de Cristo que, si queremos crecer y llenarnos del amor de Dios, es necesario fundamentar nuestra vida en tres realidades: la Cruz, la Hostia y la Virgen –Crux, Hostia et Virgo. Estos son los tres misterios que Dios ha dado al mundo para ordenar, fecundar, santificar nuestra vida interior y para conducirnos hacia Jesucristo. Son tres misterios para contemplar en silencio”.

Jesús al pie de la cruz, nos da a María, como Madre, al entregársela al discípulo más joven, se la encomienda a todos sus discípulos y seguidores, para que la acojan, y acudan a la escuela de María, haciéndola Madre de la Iglesia.

Es mucho lo que los seguidores del Señor tenemos que aprender de Ntra. Madre, la bienaventurada Virgen María. Ella nos enseña a confiar, a hacer de nuestra vida un HAGASE, y buscar la voluntad de Dios. La grandeza de la obediencia, que siempre es lo que agrada a Dios, a buscar lo que Dios quiere, aborreciendo cualquier ápice de soberbia, grandeza o prepotencia, Dios se ha fijado en su pequeñez, el camino es el de la humildad, empequeñecimiento, austeridad, con prontitud para servir y con urgencia por el amor, en gratitud, proclamado lo grande que Dios ha estado y está en nuestra vida, a ser fuertes y permanecer de pie ante la adversidad y la cruz, que vendrá, no hay resurrección, ni gloria, que no pase por la purificación de la Cruz, el discípulo no es más que el Maestro. No hay otro atajo, es necesario abrazar la Cruz para encontrarnos con nuestro Redentor y dejar que sea Él quien nos ayude a llevarla. Con atención y sensibilidad a las necesidades de los que nos rodean y llevando a su Hijo las carencias, penurias y urgencias que apreciemos, solicitando su ayuda y ejerciendo la intercesión por los demás: “No les queda vino”, confiando plenamente en la intervención de Ntro. Señor, siempre escucha nuestras suplicas, no hace oídos sordos a nuestras necesidades. No nos deja huérfanos, cumple su promesa de estar siempre con nosotros hasta el final de los tiempos, viviendo en Él.

Con su “Haced lo que el os diga”, nos invita a tomarnos muy en serio nuestra obediencia a Dios, esperando y confiando, queriendo que se cumpla su plan en nuestras vidas, queriendo lo que Él quiere. Buscando y deseando su voluntad.

Este primer lunes después de Pentecostés coincide con el día de otra advocación de la Bienaventurada Virgen Maria, nos estamos refiriendo a María Auxiliadora, fue San Juan Bosco, fundador de los Salesianos, quien más difundió esta advocación, constantemente repetía: “Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros”. María es la ayuda para toda la humanidad, para cada uno de nosotros, Ella tiene el encargo del Señor de su maternidad espiritual, de ser auxilio para todos.

Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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