EVANGELIO DEL DÍA Jn 21,1-12: Es el Señor.

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EVANGELIO DEL DÍA
Jn 21,1-12: Es el Señor.

Después de esto Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

El Evangelio de hoy nos presenta la pesca milagrosa, ver a algunos apóstoles cansados, decepcionados, habiendo pasado toda la noche sin pescar nada, experimentando el fracaso, están tan abrumados que no reconocen al Señor, están tan desesperanzados que permanecen ciegos para detectar la presencia del Señor, sin embargo, confiaron en la palabra, y esa obediencia a la palabra logra que sean testigos del milagro de la pesca.

Acudo al Papa Benedicto XVI ya que tenemos una catequesis dada en la homilia del 21 de abril de 2007 sobre este pasaje evangélico: “Después del «escándalo» de la cruz habían regresado (los apóstoles) a su tierra y a su trabajo de pescadores, es decir, a las actividades que realizaban antes de encontrarse con Jesús. Habían vuelto a la vida anterior y esto da a entender el clima de dispersión y de extravío que reinaba en su comunidad. Para los discípulos era difícil comprender lo que había acontecido. Pero, cuando todo parecía acabado, nuevamente, como en el camino de Emaús, Jesús sale al encuentro de sus amigos. Esta vez los encuentra en el mar, lugar que hace pensar en las dificultades y las tribulaciones de la vida; los encuentra al amanecer, después de un esfuerzo estéril que había durado toda la noche. Su red estaba vacía. En cierto modo, eso parece el balance de su experiencia con Jesús:  lo habían conocido, habían estado con él y él les había prometido muchas cosas. Y, sin embargo, ahora se volvían a encontrar con la red vacía de peces.
Y he aquí que, al alba, Jesús les sale al encuentro, pero ellos no lo reconocen inmediatamente. El «alba» en la Biblia indica con frecuencia el momento de intervenciones extraordinarias de Dios. […] ya ha pasado la noche y el Señor dice a los discípulos, cansados de bregar y decepcionados por no haber pescado nada:  «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». Normalmente los peces caen en la red durante la noche, cuando está oscuro, y no por la mañana, cuando el agua ya es transparente. Con todo, los discípulos se fiaron de Jesús y el resultado fue una pesca milagrosamente abundante, hasta el punto de que ya no lograban sacar la red por la gran cantidad de peces recogidos.
En ese momento, Juan, iluminado por el amor, se dirige a Pedro y le dice:  «Es el Señor». La mirada perspicaz del discípulo a quien Jesús amaba —icono del creyente— reconoce al Maestro presente en la orilla del lago. «Es el Señor»:  esta espontánea profesión de fe es, también para nosotros, una invitación a proclamar que Cristo resucitado es el Señor de nuestra vida.
[…]»Echad la red… y encontraréis”.[…] ¿qué significa en concreto la invitación de Cristo a «echar la red»? Significa, en primer lugar, como para los discípulos, creer en él y fiarse de su palabra. También a vosotros, como a ellos, Jesús os pide que lo sigáis con fe sincera y firme. Por tanto, poneos a la escucha de su palabra y meditadla cada día. […]»Echad la red… y encontraréis». Este mandato de Jesús fue dócilmente acogido por los santos, y su existencia experimentó el milagro de una pesca espiritual abundante. […] La fatigosa pero estéril pesca nocturna de los discípulos es una advertencia perenne para la Iglesia de todos los tiempos:  nosotros solos, sin Jesús, no podemos hacer nada. En el compromiso apostólico no bastan nuestras fuerzas:  sin la gracia divina nuestro trabajo, aunque esté bien organizado, resulta ineficaz.”
Que tengas un buen día.
J.A.M.(Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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