EVANGELIO DEL DÍA: Mt 23, 23-26: ¡Ay de vosotros, que descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!

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EVANGELIO DEL DÍA:
Mt 23, 23-26: ¡Ay de vosotros, que descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera.

PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:

El Evangelio de hoy esta dentro de los “Ay” de Jesús a los escribas y fariseos, dentro de las correcciones que hace Ntro. Señor a los que se consideraban “perfectos”, cumplidores con lo establecido, con la norma, con la ley. Sin embargo les advierte con lo que no le debe de faltar: justicia, misericordia, fidelidad, comprensión, integridad, coherencia, conversión.

El Señor esta primando el amor que debe impregnar toda nuestra existencia, todas nuestras relaciones, es lo que da valor al culto y a la practica de los preceptos. “Cuando un cristiano se convierte en discípulo de la ideología, ha perdido la fe y ya no es discípulo de Jesús” – palabras del Papa Francisco, el 17 de octubre de 2013)- resuenan las palabras de S. Pablo en el himno a la caridad: “si me falta el amor no me sirve”, no agrada a Dios aunque llegase a ser sublime lo que realizase. El Papa Francisco en el ángelus del 17 de marzo de 2013 subraya el poder de la misericordia: “El Cardenal Kasper decía que al escuchar misericordia, esta palabra cambia todo. Es lo mejor que podemos escuchar: cambia el mundo. Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia […] Es hermoso, esto de la misericordia.”

Entre los santos del día, celebramos a Luis IX de Francia, comparto porque a mí me ha hecho bien, las recomendaciones que nos presenta la segunda lectura del oficio de lectura de hoy, del testamento espiritual a su hijo (Acta Sanctorum Augusti 5 [1868], 546)

“Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible.
Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal.
Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas.
Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino y, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor, con oración vocal o mental.
Ten piedad para con los pobres, desgraciados y afligidos, y ayúdalos y consuélalos según tus posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores. Para con tus súbditos, obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón. Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas.
Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontífice, nuestro padre espiritual. Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía.
Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que la santísima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Señor te dé la gracia de cumplir su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos lleguemos a verlo, amarlo y alabarlo sin fin. Amén.”

Que buenos consejos de un padre para su hijo.
Que tengas un buen día.
Jesús Aguilar Mondéjar (Chechu), sacerdote.

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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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