Jn 12,44-50: Yo he venido al mundo como luz

Jesús gritó diciendo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy el Señor nos presenta su misión en el mundo: “Yo he venido como luz al mundo”… Es la misión de Jesús: llevar la luz. Y la misión de los apóstoles es llevar la luz de Jesús. “ iluminar, llevar la luz que hace ver las cosas como están, como son; hace ver la libertad, hace ver la verdad, muestra el camino por el que ir, con la luz de Jesús.”
El Papa Francisco en la homilia del 6 de mayo de 2020 profundiza en este pasaje evangélico: “ Se presenta como luz, la misión de Jesús es iluminar: la luz. Él mismo ha dicho: «Yo soy la luz del mundo». El profeta Isaías había profetizado esta luz: «El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz». La promesa de la luz que iluminará al pueblo. También la misión de los apóstoles es llevar la luz. […] Es la misión de Jesús: llevar la luz. Y la misión de los apóstoles es llevar la luz de Jesús. Iluminar. Porque el mundo estaba en tinieblas.
Pero el drama de la luz de Jesús es que ha sido rechazada. Lo dice Juan claramente al principio del Evangelio: “Vino a los suyos, mas los suyos no lo recibieron. Amaban más las tinieblas que la luz”. Acostumbrarse a las tinieblas, vivir en las tinieblas: no saben aceptar la luz, no pueden; son esclavos de las tinieblas. Y esta será la continua lucha de Jesús: iluminar, llevar la luz que hace ver las cosas como están, como son; hace ver la libertad, hace ver la verdad, muestra el camino por el que ir, con la luz de Jesús.
[…] Jesús trae la luz. Pero el pueblo, la gente, su pueblo lo ha rechazado. Está tan acostumbrado a las tinieblas que la luz lo deslumbra, no sabe caminar. Y este es el drama de nuestro pecado: el pecado nos ciega y no podemos soportar la luz. Tenemos los ojos enfermos. […] No es fácil vivir en la luz. La luz nos hace ver muchas cosas feas dentro de nosotros que no queremos ver: los vicios, los pecados… Pensemos en nuestros vicios, pensemos en nuestra soberbia, pensemos en nuestro espíritu mundano: todo esto nos ciega, nos aleja de la luz de Jesús.
Pero si comenzamos a pensar en estas cosas, no encontraremos un muro, no, encontraremos una salida, porque Jesús mismo dice que Él es la luz, y también: “Vine al mundo no para condenar al mundo, sino para salvar al mundo”. Jesús mismo, la luz, dice: “Ten valor: déjate iluminar, déjate ver por lo que tienes dentro, porque soy yo quien te lleva adelante, para salvarte. No te condeno. Yo te salvo”. El Señor nos salva de nuestras tinieblas interiores, de las tinieblas de la vida cotidiana, de la vida social, de la vida política, de la vida nacional, internacional… Hay muchas tinieblas interiores. Y el Señor nos salva. Pero nos pide que las veamos primero; tener el valor de ver nuestras tinieblas para que la luz del Señor entre y nos salve.
No tengamos miedo del Señor: es muy bueno, es manso, está cerca de nosotros. Vino a salvarnos. No tengamos miedo de la luz de Jesús.” -hasta aqui la catequesis del Papa Francisco-
  “No he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo”. No se nos presenta juzgando sino tratando de salvar lo que parece perdido, no condenando a nadie sino luchando contra el pecado.   Descubrir el tesoro que nos aporta el Señor, es un primer paso, para que nos dejemos iluminar por Él, para acogerlo, para agarrarnos a Él y no permitir perder su Luz. Cuando nos dejamos iluminar por el Señor, por su Palabra, nuestra vida se va transformando, va recibiendo sus dones, nos vamos inundando de su amor  y nos capacita para amar con su mismo amor.
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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