Mc 10,28-31: No hay nadie que haya dejado … por mí y por el Evangelio, que no reciba …cien veces más … y en la edad futura, vida eterna

Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros». 
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
En el Evangelio de hoy, esta enmarcado en el pasaje del joven rico. Comienza con la comunicación de Pedro que expresa que lo ha dejado todo y lo ha seguido. Y el Señor aprovecha para mostrarnos la gran generosidad de Dios, el ciento por uno, pero con un pequeño detalle: “con persecuciones”. La Cruz es consustancial al seguimiento. Cuando aparece podemos tener la seguridad que es signo de veracidad, el espíritu del mundo esta en pleno combate con el espíritu del Señor. Esto lleva a ir contracorriente, a que te coloquen en el punto de mira, a ser sospechoso, a que te desprestigien por no ser como los demás… Nos recuerda una bienaventuranza: «Dichosos cuando os persigan por mi causa…» el discípulo no es mas que el maestro, y como Él, dar la vida cuesta, amar aunque no te amen, servir aunque ni lo deseen, no es nada fácil.
Contamos con la homilia dada por el Papa Francisco el 26 de mayo de 2015: “el pasaje evangélico de la liturgia, con Pedro que asegura a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Como si dijese: «Y a nosotros, ¿qué? ¿Cuál será nuestro salario? Lo hemos dejado todo». En pocas palabras, «los ricos que no han dejado nada —el joven que no quería dejar sus riquezas— no entrarán en el reino de Dio, y para nosotros ¿cuál será la ganancia?». […] «cuando un cristiano está apegado a los bienes, hace el mal papel de un cristiano que quiere tener dos cosas: el cielo y la tierra». Y «el punto de confrontación es precisamente lo que dice Jesús: la cruz, las persecuciones, quiere decir negarse a sí mismo, sufrir la cruz cada día».[…]«Cuando se quiere estar con Jesús y con el mundo, con la pobreza y con la riqueza», surge «un cristianismo a medias, que busca la ganancia material: es el espíritu de la mundanidad». Y «ese cristiano, decía el profeta Elías, “cojea con ambas piernas”», pues «no sabe lo que quiere».[…] «la clave para comprender este discurso de Jesús —cien veces más, pero con la cruz— es la última expresión: “Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros”». Y «esto es lo que dice del servicio: “Quien se cree o quien es el más grande entre vosotros, que sea servidor: el más pequeño».[…] «Son tres cosas, tres escalones, los que nos alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo»,[…] «Por ello las riquezas son tan peligrosas: te llevan inmediatamente a la vanidad y te crees importante»; pero «cuando te crees importante, se te sube a la cabeza y te pierdes». Es por ello que Jesús nos recuerda el camino: «Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros, y quien es el primero entre vosotros que sea el servidor de todos». Es «un camino de abajamiento», el mismo camino «recorrido por Él».[…] «el precio que Él nos dará será asemejarnos a Él: este será el “salario”». Y «asemejarse a Jesús», concluyó, es un «gran salario».”
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Jesús Aguilar Mondéjar

Consiliario del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Cartagena.

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