Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
PISTAS PARA LA MEDITACIÓN:
Vuelvo a enviaros las pistas de meditación y agradezco a un hermano sacerdote que me recordase que en nuestra diócesis hoy celebramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, os lo envío por si os ayuda para vuestra oración personal, también podéis acudir a las que os envíe el jueves. Perdonar mi despiste.
En el Evangelio de hoy la pregunta que le interesa al Señor es la respuesta personal de sus discípulos, también de ti esta esperando tu respuesta, no le vale que tu respuesta sea magnifica, recoja toda la tradición teológica y biblista, sea doctrinalmente perfecta, no es cuestión de ideas, Jesús, hoy día 2 de julio de 2023 te hace la misma pregunta a ti: “Y tú, ¿quién dices que soy yo?”. Tomate tu tiempo, procura decirselo a Él en tu oración personal, quizas, te ayudara para responder ver el lugar que ocupa en tu corazón, la necesidad que tienes de Él, lo que cuentas con Él en tus decisiones, planteamientos, proyectos, si tienes en cuenta lo que le agrada, si buscas agradarlo con tu obrar, “el que me ama cumple mis mandamientos”, -dice el Señor- su palabra pasa por nuestro corazón y se manifiesta en nuestros actos, si amas, si no llevas cuentas del mal, si perdonas, si estas dispuesto a olvidarte de ti, si sirves a los que el Señor pone en tu camino, si te entregas, si haces de tu vida una ofrenda, si trabajas por instaurar su reino, si su palabra te importa y te interpela, si quieres hacer vida su voluntad.
Comparto la catequesis sobre este pasaje evangélico, estas palabras son del Papa Benedicto XVI dichas en la homilia del 16 de septiembre de 2012: “«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mc 8,29), les preguntó Jesús. […] Pedro, que desde hacía algún tiempo había vivido con Jesús, dará su respuesta: «Tú eres el Mesías» (Mc 8,29). Respuesta acertada sin duda alguna, pero aún insuficiente, puesto que Jesús advirtió la necesidad de precisarla. Se percataba de que la gente podría utilizar esta respuesta para propósitos que no eran los suyos, para suscitar falsas esperanzas terrenas sobre él. Y no se deja encerrar sólo en los atributos del libertador humano que muchos esperan.
Al anunciar a sus discípulos que él deberá sufrir y ser ajusticiado antes de resucitar, Jesús quiere hacerles comprender quién es de verdad. Un Mesías sufriente, un Mesías servidor, no un libertador político todopoderoso. Él es siervo obediente a la voluntad de su Padre hasta entregar su vida.[…] Así, Jesús va contra lo que muchos esperaban de él. Su afirmación sorprende e inquieta. Y eso explica la réplica y los reproches de Pedro, rechazando el sufrimiento y la muerte de su maestro. Jesús se muestra severo con él, y le hace comprender que quien quiera ser discípulo suyo, debe aceptar ser un servidor, como él mismo se ha hecho siervo.
Decidirse a seguir a Jesús, es tomar su Cruz para acompañarle en su camino, un camino arduo, que no es el del poder o el de la gloria terrena, sino el que lleva necesariamente a la renuncia de sí mismo, a perder su vida por Cristo y el Evangelio, para ganarla. Pues se nos asegura que este camino conduce a la resurrección, a la vida verdadera y definitiva con Dios. Optar por acompañar a Jesucristo, que se ha hecho siervo de todos, requiere una intimidad cada vez mayor con él, poniéndose a la escucha atenta de su Palabra, para descubrir en ella la inspiración de nuestras acciones. […]
Hermanos y hermanas, el camino por el que Jesús nos quiere llevar es un camino de esperanza para todos. La gloria de Jesús se revela en el momento en que, en su humanidad, él se manifiesta el más frágil, especialmente después de la encarnación y sobre la cruz. Así es como Dios muestra su amor, haciéndose siervo, entregándose por nosotros. […]
Queridos hermanos y hermanas que sufrís en el cuerpo o en el corazón, vuestro dolor no es inútil. Cristo servidor está cercano a todos los que sufren. Él está a vuestro lado.”
